El éxito en Córdoba, obligado por circunstancias propias y ajenas

El Real Zaragoza necesita dar continuidad al triunfo logrado ante el Numancia para salir de la parte fea de la tabla. Para ello, visita al peor equipo local de la liga.

Raúl Agné, en primer término, con la plantilla al fondo. Imagen del último ensayo del equipo, el viernes al mediodía, en la Ciudad Deportiva.
Raúl Agné, en primer término, con la plantilla al fondo. Imagen del último ensayo del equipo, el viernes al mediodía, en la Ciudad Deportiva.
Aránzazu Navarro

Punto primero. El Real Zaragoza, jugase donde jugase este fin de semana a domicilio, estaría en la necesidad de ganar los 3 puntos para dar continuidad y sentido práctico al balsámico triunfo del pasado domingo en La Romareda ante el Numancia, por 3-0. Los blanquillos, aún situados en el incómodo 13º puesto en la clasificación, a tiro de piedra de un solo partido del 17º escalón, son sabedores de que, o ligan una serie importante de partidos con suma de réditos, principalmente a base de victorias (de tres en tres, por lo tanto), o su caminar se convertirá en una subida al calvario de aquí a junio. Debe huir cuanto antes del riesgo, tomar moral positiva a kilos y ser capaz de revertir las impresiones que ha destilado desde que empezó 2017, tras el parón navideño.

Punto segundo. Viene a resultar que, el lugar que se visita, Córdoba, tiene como anfitrión a un igual, a un favorito al ascenso allá por el pasado agosto que, por su mala cabeza y su peor juego, se ha visto abocado a padecer en las llamas de la parte baja de la tabla, pisando incluso por momentos las brasas de los cuatro puestos que despeñan a los torpes en junio camino de Segunda B. Y ese Córdoba devaluado por sí mismo durante 7 meses, recibe al Real Zaragoza con el dudoso honor de ser el peor equipo local en lo que va de torneo. Los blanquiverdes solo han ganado 4 de los 13 partidos disputados en El Arcángel, con 4 empates y 5 derrotas para completar semejante catástrofe: 17 puntos han sumado de 39 dirimidos antes su público, o sea, el mismo escenario que va a darse este domingo con el Real Zaragoza en frente.

De tal guisa que, en la jornada 29ª, cuando la clasificación empieza a admitir ya ciertos pliegues con visos de ser definitivos a corto plazo, el Real Zaragoza llega a la ciudad califal obligado a ganar por el mandato de esos dos epígrafes. Primero, por su propia necesidad, por su deber unívoco. Y, simultáneamente, porque al otro lado, como oponente, asoma un equipo que denuncia en sus antecedentes enormes carencias que se deberían saber aprovechar, por pura lógica.

La cita en el Nuevo Arcángel, campo coqueto a más no poder, puede significar para el Real Zaragoza el punto de impulso hacia la salvación inminente de los peligros que acechan a cierta distancia desde hace mes y medio. Y, de la mano, el crecimiento anímico de toda la tropa zaragocista que pueda permitir el diseño sobre un nuevo papel en blanco, dentro de un par de semanas, de cualquier otro objetivo que surja con raciocinio a base de fútbol real, no de ficción o encriptado en castillos en el aire. Es decir, como el Real Zaragoza sigue metido en el torbellino de indefinición y polvareda en su solvencia futbolística, lugar en el que se incrustó en enero de mala manera y del que aún espera salir, Córdoba tiene una vez más (como en anteriores partidos) el papel de bisagra para el futuro inmediato de los de Agné.

Si ganan en Córdoba, los zaragocistas lograrán por segunda vez en lo que va de torneo (7 meses) dos triunfos seguidos. La anterior se dio ante el Oviedo y en Vallecas, justo antes de las vacaciones de fin de año. El récord es poco exigente. Pero sabría a miel por lo apurado del momento. Hace falta. Y ya.

Porque lo contrario, la alternativa negativa que es perder, dejaría en nada los efectos secundarios beneficiosos que provocó el 3-0 que se le endosó el pasado domingo al Numancia en La Romareda y volverían las dudas, las quejas del personal, los miedos, las críticas que están amontonadas en un rincón de cada cerebro zaragocista a lo largo del año intentando frenar los ímpetus más primarios porque, sabido es, la situación del club no es ordinaria.

El nicho del empate, esta vez, como tantas otras anteriormente, no sirve de nada realmente. Solo para respirar levemente. Es sinónimo de media docena de movimientos reflejos del diafragma zaragocista. Coger una pizca de aire y a seguir sufriendo. Como la igualada tampoco es útil para el Córdoba, se espera uno de esos partidos que, tras el tanteo inicial propio de la categoría, acabe rompiendo a un proceso de ida y vuelta en pos del triunfo según avancen los minutos. No están ninguno de los dos para contemporizar con 'el puntito'. Los de atrás aprietan en serio: Almería, Mirandés, Mallorca, Rayo Vallecano... y jugársela a ir de uno en uno tiene bastante de suicida a medio plazo.

No tiene demasiados recovecos el análisis previo de este tenso Córdoba CF-Real Zaragoza. Es bastante sencillo de enmarcar en los apriorismos. La liga ya no admite días relajados, de esos de salir a jugar y a verlas venir. Como el otro día ante el Numancia, ahora todo sirve al céntimo, al milímetro, al miligramo. Si el Real Zaragoza lo entiende bien y lo sabe aplicar sobre el césped cordobés, es evidente que juega en un terreno propicio para sumar su tercer triunfo a domicilio de la campaña. ¡Cómo no lo va a ser el del peor local de la competición!

Un Córdoba al que habrá que tratar con el respeto que merecen los rivales en apuros, siempre atrancados, siempre acelerados en demasía (bien sabe de esto el actual Real Zaragoza), siempre susceptibles de ser sacados del carril en cuanto les llega el primer contratiempo. Una noche, esta de El Arcángel, para aplicar la inteligencia, la picardía, la veteranía (de eso sobra en el cuadro de Agné). La fase de errores de pipiolos debería haber quedado atrás, por el bien general. Y, por fin, ser capaces de cumplir con las previsiones lógicas que dicta el fútbol antes de un partido. Que, aunque a los profesionales no les gusten ni ver, existen y son palpables cada fin de semana. Si no, no habría quinielas, ni apuestas, ni planteamientos tácticos de los cuadros técnicos, ni sesiones de vídeo...

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