"... Y el sábado, a ganar"

Agné dirigió este miércoles su primer entrenamiento con el Real Zaragoza. Su preparador físico, Toni Masferrer, empezó con esta frase la nueva era.

Raúl Agné, junto al equipo en el arranque del primer entrenamiento. A la izda., su preparador físico, Toni Masferrer.
Raúl Agné, junto al equipo en el arranque del primer entrenamiento. A la izda., su preparador físico, Toni Masferrer.
Oliver Duch

La plantilla de futbolistas del Real Zaragoza ya ha vivido en sus carnes el efecto del cambio de entrenador. Raúl Agné se ha estrenado en la tarde de este miércoles y ha quedado atrás la rutina de Luis Milla, que venía desde el verano, desde el primer día de la pretemporada a mitad de julio. Tiempos nuevos, métodos nuevos, días de readaptación mental para los jugadores blanquillos que ya han tenido su primera toma de contacto con los ideales del técnico de Mequinenza. 

 
Públicamente, casi nada que contar. La política de opacidad del club respecto de la presencia de periodistas en los ensayos del equipo sigue vigente, según la metodología que impera desde que Narciso Juliá llegase a la dirección deportiva con Albert Valentín, ambos impregnados del espíritu del FC Barcelona, donde trabajaron antes. Apenas 15 minutos se han podido observar desde la banda antes de tener que abandonar la Ciudad Deportiva, cerrada con llave como en los últimos meses a partir de ahí. Y, en ese breve espacio de tiempo, nada ha ocurrido en términos futbolísticos. Lo sustancial ha quedado para la soledad de la tropa.


Un calentamiento diferente, encabezado por el nuevo preparador físico, Toni Masferrer. Más explosivo que el que proponía su homólogo del equipo de Milla, Miguel Gancía. Golpeando el balón con fuerza por parejas, haciendo de esa fase inicial un episodio muy sonoro, con ruido de cuero de balón a lo ancho de todo el campo. Con estiramientos y calentamiento de músculos de manera puramente física, sin pelota de por medio.


Masferrer, mientras Agné observaba con calma esa primera fase, dejó la única perla de la tarde mientras, con una voz fuerte y audible en muchos metros a la redonda, indicaba por primera vez a sus pupilos cómo debían hacer los ejercicios previos a la fase culminante del ensayo. "... Y el sábado, a ganar", dijo de soslayo y de improviso en un momento determinado para que toda la plantilla lo escuchara. Una especie de mensaje subliminal, metido a modo de morcilla entre orden y orden a los futbolistas. Estrategia psicológica.


Y nada más. Este Real Zaragoza de 2016 es puro secreto. Su única aparición pública se limita a las dos horas de los partidos en La Romareda. El resto del tiempo, Juliá lo tiene metido en un cofre de acero. Tiempos modernos. El antifútbol respecto de lo que fue este negocio cuando el gerundense, en vez de ejecutivo, era jugador o entrenador. Según la nueva moda impuesta desde los equipos grandes llenos de estrellas mediáticas -y mal copiada por otros bien alejados de ese perfil-, los entrenamientos ya no tienen carácter público y la información sobre el día a día no debe tener demasiada enjundia en términos directos respecto de lo que pueda sucede en el césped.


Como Carreras y Milla, Agné ha estrenado su cargo de entrenador en un reservado privado: la Ciudad Deportiva del Real Zaragoza, otrora lugar de observación y fuente de información futbolística para la afición zaragocista.

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