Hace ocho años y once días que no se jugaba un Levante-Real Zaragoza en Segunda División. El antecedente más próximo data del 30 de agosto de 2008, en la 1ª jornada de liga del año en el que, tras el anterior descenso, el equipo que entrenaba Marcelino García Toral acabó retornando a Primera en una sola campaña. El equipo zaragocista, con una plantilla descomunal para la categoría (entonces no había control salarial ni techos de gasto controlados por la LFP), comenzó fatal su andadura de plata: cayó 2-1 ante el cuadro levantinista en el estadio Ciutat de Valencia.
Marcelino se estrenó con esta alineación:
López Vallejo; Chus Herrero (Pignol, 69), Sergio Fernández, Ayala, Paredes; Luccin (Zapater, 59), Antonio Hidalgo; Arizmendi, Ewerthon, Adriá (Braulio,74); y Oliveira. En el banquillo se quedaron sin jugar
Zaparain, Pavón, Fabio Coentrao y Generelo.
El
Levante, entrenado entonces por
Luis García Plaza, opuso un once compuesto por
Manolo Reina; Cerra, Robusté, Yago, Ángel; Pedro Vega, Samuel, Parri (Rubén Suárez, 68), Pallardó, Adrián Martín (Larrea, 64); y Geijo (Iborra, 54).
El hispano-suizo Geijo hizo el 1-0 en el minuto 18. Y el asturiano Rubén Suárez, nada más salir de refresco, marcó el 2-0 en el 74. A la desesperada, en un
penalti cometido por la zaga local sobre
Ewerthon, el también
brasileño Oliveira (fichaje estrella procedente del Milan previo pago de 10 millones de euros) marcó desde los once metros en el minuto 84. El
árbitro fue el madrileño
Del Cerro Grande, entonces un pipiolo, ahora internacional y asentado hace tiempo en el grupo de élite.
Fue un mal inicio. Un
tropezón inesperado de un
equipo plagado de estrellas que era la
comidilla en el fútbol español, con un
presupuesto que solo superaban seis equipos de Primera y con
un entrenador, Marcelino, cuyo salario solo lo mejoraba el técnico del Real Madrid, Bernd Schuster. Aquel episodio enlaza directamente con el de las próximas horas. Un Levante-Real Zaragoza de 2008 en Segunda se repite ocho años más tarde en el mismo marco y entorno competitivo, no así en el financiero y societario para la SAD aragonesa. Tampoco en el potencial de su plantilla.
Los tiempos, evidentemente, han cambiado radicalmente.
De aquellos barros vienen los actuales lodos. Un
roto de grandes dimensiones que
hicieron unos y que,
ahora, con un esfuerzo descomunal y a base de tiempo y paciencia, tienen que intentar remendar otros.
De vez en cuando,
este tipo de hilazones y vínculos de viejos partidos, de antiguos enfrentamientos que se recuperan,
sirven para rememorar de dónde se viene y el porqué de las cosas. Un
ejercicio retrospectivo, sencillo y fiel, que
no necesita de demasiadas explicaciones accesorias.