La idea se viene rumiando desde hace varios días en la soledad de los campos de la Ciudad Deportiva. Alberto Zapater puede volver a vestir la camiseta del Real Zaragoza. El veterano capitán blanquillo, que abandonó el club en 2009 en unas circunstancias que, entonces, resultaron indeseadas y bastante incomprensibles para buena parte del zaragocismo, lleva varias semanas entrenándose a solas, junto al recuperador y preparador físico del club Andrés Ubieto, con el permiso de los dirigentes de la SAD. El ejeano, que el pasado lunes cumplió 31 años, concluye su contrato con su actual club, el Lokomotiv de Moscú, el próximo 31 de julio (fecha atípica pero habitual en el fútbol de Rusia). Está, por lo tanto, a punto de quedar libre de todo compromiso.

Hace dos años que no juega un partido oficial a causa de una molesta y larga lesión de pubis que ha repercutido progresivamente en dolores de cadera, espalda y dificultades motoras. Su calvario ha concluido gracias a la ayuda de Ubieto y otros profesionales zaragozanos. Después de vivir una pesadilla interminable en tierras moscovitas, donde la lesión nunca mejoró, y de llegar a pensar por momentos que su destino era abandonar la práctica del deporte, Alberto Zapater vuelve a sentirse con fuerza para afrontar una nueva etapa como profesional. Ha probado a 'hacer campo' en los últimos 15 días, a chutar a puerta, a correr en todos los sentidos, a golpear el balón de todas las formas posibles, a saltar de cabeza, a sostener un esfuerzo físico durante hora y media a tope de ritmo y exigencia. Y su cadera, su pubis, su espalda, sus piernas responden de nuevo a la perfección. Su cabeza también se ha limpiado de miedos y decepciones.

Zapater sueña con volver a ser el futbolista que fue. Y Zaragoza, su Real Zaragoza, ahora más necesitado que nunca de tipos y caracteres como el suyo, asoma como el mejor escenario posible para renacer de tan amargo trance de dos años de inactividad forzosa. Así lo ha valorado el área deportiva del club. Y así lo siente Zapater.

Una fórmula para dar forma a este retorno de Zapater al Real Zaragoza es empezar la pretemporada como uno más. Entrar de lleno y desde el primer día en la dinámica del grupo, a las órdenes de Luis Milla, y observar el paso del día a día, del minuto a minuto del cuerpo del jugador de Ejea de los Caballeros a lo largo del mes y medio de trabajo estival debe ser un examen certero para desembocar en un diagnóstico claro a mitad de agosto.

La idea del Real Zaragoza es darle una ficha a Zapater. Si todo va bien, así será dentro de dos meses. Es una iniciativa ilusionante a más no poder para todas las partes. Los valores que encarna el cincovillés no los puede aportar casi nadie más al desmembrado vestuario del actual equipo blanquillo. Su alma, su carácter, su garra, su pasado brillante, sus avales deportivos, su notable currículum y su conocimiento del medio es, justamente, lo que Juliá, Lapetra y, ahora, Milla, están buscando como retrato robot de los jugadores que vayan a ser fichados para regenerar el equipo.

La semana próxima, este asunto que parecía una fábula hasta hace nada puede convertirse en una historia verídica, basada en hechos reales. Zapater está seguro de que en sus pies de hierro aún quedan unas cuantas toneladas de fútbol. Y el Real Zaragoza confía en que la apuesta y la voluntad del ejeano concluya con toda esa buena fortuna que tanto le ha dado la espalda en los últimos tiempos. Todos van a remar hacia el mismo lado, una alegoría extrapolable al resto del ámbito zaragocista de cara al futuro más inmediato.