Este sábado regresa el fútbol de verdad


La liga retorna a la Romareda con un atractivo duelo de rivalidad entre Real Zaragoza y Osasuna.
El renovado equipo aragonés regresa ante su afición obligado a suplir con ilusión su provisionalidad

Basha, Rico, Nieto y Vallejo, en un entrenamiento del equipo esta semana.
Este sábado regresa el fútbol de verdad
Elena Muñoz

El sábado 31 de mayo se jugó en la Romareda, ante el Sporting de Gijon, el último partido oficial del Real Zaragoza. Hoy, a las 19.00 (Canal +), exactamente tres meses después, el fútbol de competición regresa al estadio municipal para ventura del zaragocismo, que ha vivido 90 días de zozobras, miedos, desazones y desesperación mientras veía, atónito, cómo el proceso de compraventa de la SAD iniciado por Agapito Iglesias se convertía en una pesadilla. Cuando la pelota ruede esta tarde en un interesante y atractivo duelo de máxima rivalidad ante el Osasuna –recién descendido de Primera– el zaragocismo entero estará legitimado para felicitarse y celebrar como merece que el viejo club octogenario no se ha muerto.


Es, la de hoy, por lo tanto, una cita para la historia. Una prueba de vida. Un evento para dar fe de que algo bueno ha sucedido, por fin en ocho años, en las entrañas del Real Zaragoza. Que, aunque con severas secuelas a corto plazo –de índole económica–, es posible volver a ilusionarse con un equipo que opte a retornar en un tiempo prudencial entre los mejores.


Tras este verano de espertento inolvidable, donde por momentos se pensó, con fundamento, que el balompié de élite desaparecía de cuajo en Zaragoza, el hecho de poder ver hoy de nuevo fútbol de verdad al coliseo blanquillo es un  placer que los zaragocistas de siempre van a poder paladear cuando De Burgos Bengoechea, el árbitro vasco de turno, ordene el inicio del choque ante los osasunistas. 


La Romareda se inauguró ante el viejo rival navarro en 1957. Hoy, el capricho del sorteo del calendario ha querido que, tras mucho tiempo en parada cardiorespiratoria, el Real Zaragoza reanude sus constantes vitales competitivas, 57 años después de aquel hito histórico, en el mismo lugar y ante el mismo invitado. Un Osasuna que, tras perder la máxima categoría en mayo, también atraviesa duros momentos en su estabilidad interna como institución por causas financieras.


En este pulso entre dos equipos tocados en su línea de flotación, el Real Zaragoza parte en objetiva desventaja. No hay que profundizar demasiado para observar, en ambas formaciones, un matiz que decanta de partida la balanza del lado rojillo: la continuidad de un once inicial basado en el equipo del curso pasado que, en su caso, además, compitió en Primera. Por el contrario, los zaragocistas van a continuar con la misma sintomatología que, a la fuerza, ya mostraron el sábado pasado en el arranque liguero en Huelva: están llenos de gente nueva, de recién llegados, chicos sin conjuntar, que apenas han trabajado juntos dos ratos.


Hoy por hoy, el Osasuna, pese a sus escasos efectivos globales (viajan solo con 17 hombres tras ser cedido anoche el chileno Silva al Brujas belga), es un bloque armado. Mientras, el Zaragoza tendrá que apelar a la improvisación, al descaro de los nuevos, a la fortuna que puedan tener en su debut los recién aterrizados y a la súbita compenetraciónque puedan ofrecer tantos refuerzos como han llegado en los últimos  25 días al revolucionado vestuario zaragocista. 


El equipo de Jan Urban, en su once inicial, es perfectamente reconocible. A grandes rasgos, se asemeja a cualquier alineación del año pasado en el Bernabéu, el Camp Nou, San Mamés, Anoeta... Y eso que perdieron en el estreno al defensa Oier (su rotura de rodilla le hará perderse la temporada) y que ayer, el central francés Loties, avisó de que se ha marchado a su casa gala, declarándose en rebeldía porque no quiere jugar en Segunda. El Real Zaragoza, al revés, es por ahora una heterogénea amalgama de piezas a las que Víctor va a tener que moldear, adaptar y engrasar sobre la marcha, en partidos como el de hoy donde los 3 puntos son ya oro molido.


En el equipo zaragocista se espera el estreno de los últimos aterrizados: Borja Bastón, Dorca y Eldin Hadzic. Asimismo, debutarán en duelo oficial en la Romareda Ruiz de Galarreta, Pedro, Mario, Cabrera, tal vez Rubén... Y, si Víctor así lo decide, también los muchachos Vallejo, Muñoz o el canterano Adán Pérez, que van a completar un grupo del que ya se cae Porcar, cercano ya al finiquito.


Será, por lo tanto, un día de fiesta entre tanta miseria como se viene padeciendo en Zaragoza desde 2007. Sin distorsiones desde el palco o sus cimientos. Si, entre tanta provisionalidad, además, se logra ganar al viejo rival... el fin de semana saldrá completo.



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