Sin propósito

La derrota ante el colista sitúa al Real Zaragoza en tierra de nadie, como muestra de su desconcierto.

Real Zaragoza - Mallorca
Real Zaragoza - Mallorca_5
REAL ZARAGOZA

El Real Zaragoza elegía este domingo sus aspiraciones finales en este doloroso deambular por la Segunda: un triunfo –en una competición tan irregular- permitía a la formación blanquilla engancharse a la pelea del ascenso, de las eliminatorias por el ascenso, al menos.


El premio resultaba asombroso: después de una temporada desafortunadísima, con cambio de entrenador incluido, un triunfo en casa del colista -muy colista- daba billete a la aspiración única por la que puede aspirar el Real Zaragoza en Segunda: la pelea por el ascenso.


¿Era consciente de ello el equipo? ¿Lo intuían los jugadores de la misma manera que la inmensa mayoría del zaragocismo? Que la clave de toda una temporada se encarrile en un partido y el Real Zaragoza juegue como jugó no tiene sentido. Roza el absurdo.


El problema no es que el equipo aragonés se encuentre otra vez a seis puntos de la promoción -que vuelve a ser un listón alcanzable-; la cuestión es que algo falla en el ‘chip’ mental de la escuadra blanquilla. Desnortado, desalmado, perdido, el equipo aragonés deambula por el terreno de la indiferencia -también a seis puntos del descenso- con la única ambición de terminar un Campeonato eterno.


A uno se le ocurriría pedir que se adentren en el ánimo de los aficionados y, como ellos, miren el escudo que lucen. Que comprendan sus valores; y luego, que jueguen. Con el respeto debido.