Insoportable

La derrota en Ponferrada pone al Real Zaragoza en una muy delicada situación deportiva... e institucional.

El Real Zaragoza recibe un gol en La Romareda
La Romareda, en puestos de descenso

Un Real Zaragoza sin norte ni criterio, sin convicciones ni sólida ambición, ha puesto de relieve todas sus carencias y, con su derrota en Ponferrada, compromete de forma muy importante su futuro deportivo e, incluso, su proyecto institucional.


Ante una Ponferradina que encadenaba cinco partidos sin ganar, exhibió sus carencias y puso de relieve las dificultades por las que puede atravesar en un comprometido final de temporada. Sin criterio, sin norte, sin orden, la escuadra que todavía ha dirigido Paco Herrera ha quedado noqueada y a merced de una escuadra que la jornada pasada ocupaba posiciones de descenso a Segunda B.


Fue la Ponferradina un rival naturalmente timorato, al que se le brindó la oportunidad de revivir ante la manifiesta incapacidad de la formación aragonesa. Hasta cuatro goles endosó el equipo de Claudio a un equipo roto en defensa, sin sentido en el centro del campo y sin capacidad resolutiva en vanguardia, por más que Roger le pusiera ganas en la primera parte y Esnáider aportara un pellizco de vida con su gol.


La situación se ha vuelto delirante por los cuatro costados. No tiene sentido seguir jugando con un técnico al que no se le deja trabajar y que no logra enderezar la nave; es absurda la política intrusista de la directiva; y más aún, ese empeño por distraer la atención con el anuncio de una compra que sólo pretende poner en un brete a Agapito Iglesias, acogotado por los problemas profesionales y judiciales.


El absurdo parece no tener límites en este Real Zaragoza que duele a una afición que sufre la decadencia –la descomposición- a la que lo han abocado sus gestores. La entidad se desliza hacia el abismo con la complicidad de un grupo directivo que no sabe –o quiere- frenar su vertiginosa caída.


Todo un escenario ya inadmisible, insoportable.