Cruce de voluntades

Cuando el Real Zaragoza parece centrado en la parcela deportiva, el director general desvía la atención para adentrarse en una nueva polémica.

García Pitarch, solitario en La Romareda
El 2013 del Real Zaragoza_3
A. ALCORTA

Dice Movilla que será "niño", pero que nunca "cínico, demagogo y mentiroso". La cita viene a cuento de unas declaraciones -inoportunas- en las que el director general, Jesús García Pitarch, indicaba que las denuncias del propio centrocampista madrileño y las de José Mari y Paredes eran algo "más propio de una cosa de niños que de personas mayores".


Se puede cuestionar el acierto de las apreciaciones de Movilla; en función, sobre todo, a quién va dirigido o quién pueda darse por aludido. Al fin y al cabo, al centrocampista le han puesto medio cuerpo fuera del Real Zaragoza y el director general se empeña cada mañana en darle un empujoncito más.


Otra cosa es el sempiterno gesto del equipo directivo de adentrarse por los vericuetos más comprometidos, por terrenos escabrosos cuando menos falta hace. El triunfo en Gijón no sólo sirve de bálsamo para el entorno zaragocista -necesitado de estas satisfacciones-; garantizaba también, para serenidad del técnico, que la escuadra y su entorno pudieran tener por fin la cabeza centrada en el importante partido con el Alcorcón. Porque la victoria supondría un impulso fundamental en la ambición zaragocista.


Una vez más, el director general llama la atención, solicitando un protagonismo que de una vez -como pide el entrenador- debería corresponder al equipo, por fin en puestos de promoción de ascenso y con opciones -si saca adelante sus compromisos en casa- de encontrar serio acomodo entre los mejores.

Que hace tiempo que el resto provoca serio hastío entre el zaragocismo.