El Real Zaragoza vuelve al trabajo y lo hace con una sonrisa. Después de la victoria del pasado sábado, el equipo aragonés comienza poco a poco a confiar de nuevo en sus posibilidades de salvación. Creencia que, esta vez, llega acompañada de un resultado tangible. Así, tras dos días de fiesta, el cuadro dirigido por Manolo Jiménez regresó a los entrenamientos en una sesión celebrada a puerta abierta en la Ciudad Deportiva.

Lo más destacado de la mañana fueron las cuatro ausencias con las que no pudo contar el grupo. Tres de ellas debido a problemas víricos. Loovens y Lanzaro, por una afección intestinal. Mientras que Rochina sufre problemas de garganta. Esta es la razón por la que el valenciano, previsto en un principio para comparecer en sala de prensa, dejó su asiento a Víctor Rodríguez. Además, Babovic tampoco se ejercitó con sus compañeros al contar con permiso del club.

A pesar de ser la primera sesión de la semana, Manolo Jiménez no preparó una rutina para dos grupos diferentes como suele ser habitual. Aunque, eso sí, los futbolistas que acumulan más carga de trabajo en sus botas no formaron parte del último partidillo en campo reducido. Antes, el equipo que partió como titular ante el Mallorca, a excepción de Fernández, ejercitó contra los teóricos suplentes varias acciones de transición ataque-defensa. Ejercicio que sirvió para observar como Jiménez cuenta ya con una base sólida sobre la que articular su alineación tipo.

En general, se trató de una sesión que tuvo al balón como máximo protagonista. Rondos, centros al área y tareas tanto a campo abierto como en espacios limitados conformaron el menú llevado a cabo por la plantilla zaragocista. El inicio de una semana de trabajo que continuará este miércoles, cuando el Real Zaragoza vuelva a la actividad a la Ciudad Deportiva (11.00) en una nueva jornada con las puertas abiertas.