Real Zaragoza

La experiencia es un grado

Movilla, de 38 años, por el Real Zaragoza, y Valerón, de 37, por el Deportivo, se enfrentan este sábado como piezas fundamentales de sus respectivos equipos.

Movilla, junto a sus compañeros, que celebran un gol del R. Zaragoza
Partido en La Romareda_2
TONI GALáN/A PHOTO AGENCY

Pausa, sapiencia, madurez. Cualidades raramente asociadas a la juventud. Pese a su cada vez más acusada vertiente física, el fútbol continúa siendo un deporte lo suficientemente amplio como para que en él quepan jugadores de diferente edad y genotipo. A diferencia de la novela escrita por Cormac McCarthy, el balompié todavía es país para viejos. Futbolistas incasables que, a pesar de romper los moldes que actualmente dan forma al juego, consiguen sobrevivir dignamente en un ecosistema dominado por los jóvenes depredadores. 


Sin duda, los dos tótems de esta particular resistencia contra el tiempo son José María Movilla y Juan Carlos Valerón. Centrocampistas de 38 y 37 años respectivamente, que este sábado liderarán a sus equipos en un choque crucial para el devenir próximo de Real Zaragoza y Deportivo de La Coruña. Frente a frente, porque a buen seguro que, de estar físicamente bien, jugarán. Así de importantes son para sus técnicos, Manolo Jiménez y Fernando Vázquez. Tanto como para que, con la permanencia en juego, ninguno se guarde el lujo de darles descanso.


Las estadísticas del 'Pelado' en la presente temporada ratifican su estatus de imprescindible en la actual plantilla zaragocista. Entre Liga y Copa del Rey, el madrileño acumula 2.326 minutos oficiales repartidos en 30 partidos. Tiempo suficiente como para demostrar que, en su caso, la edad solo es una cifra de adorno en el carné de identidad. Algo de lo que ya avisaba en su llegada a la capital aragonesa. “En las tres últimas temporadas en el Rayo he sido el jugador que más ha jugado. Jugar 38 partidos en Primera, como hice la temporada pasada, no es nada fácil”, aseguró en su presentación. Palabras honestas, como su forma de jugar.


Referente de la grada, 'Movi' apenas se ha bajado de la formación titular desde que apareciera por primera vez en los planes de Jiménez. Bien como parte de un doble pivote con Apoño, bien escoltado por otros dos compañeros más en trivote. Siendo, en todo momento, el encargado de dar equilibrio a la figura geométrica. Bajando a defender si la ocasión lo requería. Ayudando a organizar cuando el equipo se encuentra atascado. En definitiva, chico para todo, a pesar de haberse ganado con creces los galones propios de un mando.


El rango de capitán general podría describir la figura de Valerón en el Deportivo de La Coruña. Ídolo de la afición, el canario ha conocido el éxito y el fracaso vestido de blanquiazul. El último lazo activo que conecta con el equipo que hace años se identificó con el apelativo de 'Euro Dépor'. Actualmente, la realidad del club gallego ha cambiado completamente. Colista e inmerso en un proceso concursal récord, cuesta identificar al conjunto coruñés con aquel que llegó a unas semifinales de la Liga de Campeones. Conexión mental solo posible cuando el de Arguineguín toca el balón en tres cuartos de campo.


Físicamente, el dorsal '21' nunca fue un superdotado. Tampoco lo necesitó. Ni el más rápido, ni el más fuerte; pero -casi- siempre el mejor. Dotado de una calidad técnica superlativa, el mediapunta conserva intactas todas sus cualidades cuando de mimar a la pelota se trata. La personificación de que la clase no tiene fecha de caducidad. Argumentos que le han permitido disputar hasta la fecha 25 partidos de Liga y uno de Copa. Casi todos ellos, dominados desde su particular atalaya. Una zona solo reservada para unos pocos elegidos, en la que el tiempo transcurre a otro ritmo y no hace falta correr para imponerse en un entorno acelerado.


Movilla y Valerón. El obrero y el artista. Símbolos de sus clubes y, cada uno a su manera, auténticas instituciones de Primera División. Una categoría en peligro para Real Zaragoza y Deportivo, que este sábado juegan algo más que un partido entre ellos.