Muere un aficionado en el Granada-Athletic: "Antonio hubiera firmado morir en el estadio"

Nuria Aguilar, esposa del abonado del Granada fallecido en el estadio durante el partido contra el Athletic, asegura que su marido se encontraba bien antes del encuentro.

Aficionados marchándose del estadio tras la suspensión del partido
Aficionados marchándose del estadio tras la suspensión del partido
Efe

"Mi marido habría firmado morir en Los Cármenes, por supuesto", asegura con un hilillo de voz, conmocionada, su esposa Nuria Aguilar. Antonio Trujillo Izquierdo, natural de Salobreña, falleció este domingo durante los primeros minutos del partido del Granada contra el Athletic por un infarto. Aunque el pasado mes de mayo le fue diagnosticado un cáncer, por el que se encontraba en tratamiento de quimioterapia, la viuda asegura que se encontraba bien horas antes de viajar de la costa a la capital. "Venía con mucha ilusión por ver a su equipo", sostiene para Ideal desde la sala de atención a familiares del PTS (Parque Tecnológico de la Salud). A Antonio le llora Nuria y también tres hijos.

"Era abonado desde hacía muchísimos años, desde antes de la vuelta a Primera. Y yo creo que no perdió ni un partido, aunque lloviera", comparte orgullosa Nuria. "Solía ir con nuestro hijo mayor, Antonio, pero él no pudo venir esta vez al trabajar fuera y, aunque otras veces le acompañaba nuestra hija pequeña, Nuria, esta vez fue solo", precisa. "Le dejé a la puerta del campo y me fui al Nevada (centro comercial) para hacer tiempo y recogerlo después, pero mi hijo, que iba camino de Córdoba, le llamó para preguntarle cómo iba el partido y al no cogerle el teléfono ya me llamó para decírmelo y, al hacerlo yo, me lo cogió Fernando", cuenta en referencia a Fernando Centeno, empleado del Granada que se acercó a la zona al advertir el revuelo y que no se despegó del lado de Nuria desde que la viuda llegó a Los Cármenes.

"Cogí corriendo el coche hacia el campo pero di cuarenta vueltas hasta que la Policía, que fue muy amable, me dijo por dónde entrar. Ya dentro me buscó Fernando y fui con mi marido en la ambulancia al hospital, pero ya había muerto", lamenta Nuria, con entereza pese a la conmoción. "No sé si se pudo haber evitado de actuarse más rápido. Creo que no, pero no lo sé. No hay muchas vueltas que dar", señala mientras asume el fallecimiento de su marido.

El pasado 8 de diciembre cumplieron 32 años casados, pero llevaban juntos otro buen puñado más, desde que ella tenía catorce. "Le conocí porque veraneaba en Salobreña", descubre sobre el recuerdo feliz. Antonio, que trabajó toda su vida en la fábrica de papel de Motril, era un hombre "tranquilo, siempre relajado, al que le gustaba mucho hacer bromas".

"Si no le hubiese visto bien por la mañana no le habría dejado ir a Los Cármenes, y de hecho también mi hijo Antonio, que es médico, nos dijo que si estaba tan bien como decía no había problema en que fuese. En cualquier caso, él decía que, como el Granada, él lucharía hasta morir. 'Eterna lucha', ¿no dice así?", se resigna Nuria.

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