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Álvaro Jorro: "Todo iba fenomenal hasta que me rompí el ligamento"

Las lesiones frenaron la carrera de un gran árbitro de fútbol.

Álvaro Jorro, con los aperos de trabajo.
Álvaro Jorro, con los aperos de trabajo.
Guillermo Mestre

La clausura del curso futbolístico en categoría nacional ha traído consigo la retirada de uno de los árbitros más reconocidos del fútbol aragonés, Álvaro Jorro Ramón. Cinco intervenciones de rodilla abortaron su ingreso en la élite.

Cuentan que su adiós fue muy especial…

Muy emotivo y, desde luego, poco convencional en el fútbol, porque no es muy normal que los equipos le hagan pasillo de honor a un árbitro.

¿Qué me dice…?

Lo que oye. A mí me lo hicieron el Atlético Monzón y el Robres en el estadio Isidro Calderón de Monzón. Fue un detallazo que quiero agradecer.

Dicho queda.

No se me olvidará jamás. Además, me acompañaron como asistentes Antonio Monter y Marcos Cote, dos personas muy cercanas durante mi trayectoria como árbitro.

Antonio Monter, que apunta a Primera División, y Marcos Miguel Cote Aragón, todo un referente en el arbitraje.

Los dos se portaron sensacional conmigo.

Las malditas lesiones en la rodilla izquierda han lastrado una carrera que apuntaba a todo.

Tampoco es cuestión de lamentarse. Me voy ahora porque con 40 años ya soy viejo como árbitro en mi categoría. Han sido 24 años apasionantes en activo.

Dicen que los árbitros son futbolistas frustrados…

En mi caso, por ahí va el tema. Estudiaba en Agustinos y quería jugar al fútbol en el equipo del colegio, pero no me cogieron y tuve que apuntarme a baloncesto. Pero, como me gustaba tanto el fútbol, con 16 años me apunté de cursillista. Ascendía categoría por año. Con 23 años, ya estaba en categoría nacional. Todo iba fenomenal hasta que llegó la primera lesión. No fue arbitrando, sino jugando una pachanga. Me rompí el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda.

¿Qué tal salió la operación?

La operación no salió del todo bien. Tuve que operarme tres veces más, la última de ellas de ligamento en 2011. Volví como asistente con Antonio Monter, de quien he aprendido mucho. También recuerdo los años de asistente con Carlos Frechoso, otro de mis maestros.

¡Uf, Frechoso! Cuando él quiere, un gran árbitro. He dicho cuando él quiere…

Es muy especial. Pero ese tiempo no lo olvidaré nunca. El arbitraje me gustaba tanto que continué en activo pese a todo. En 2018 volví a operarme, en este caso ya de artrosis severa en la rodilla.

Casi se queda cojo…

Es la realidad.

¿Recuerda más tardes de gloria o de almohadillas?

Memorizo muchos más recuerdos buenos que malos. Entre los negativos, un gol anulado como asistente al Eibar en Ipurúa. Fue algo inexplicable, pero me sucedió. Afortunadamente, el Eibar ganó al final el encuentro.

¿Le han agredido alguna vez?

No, aunque sí estuvieron a punto en tres ocasiones en las que tuvo que intervenir la Guardia Civil y la Policía Nacional. Pero, en casi un cuarto de siglo en activo, las alegrías han sido muchísimas más que las penas: estar en la banda con Zinedine Zidane, con Luis Enrique…

Dicen que el arbitraje es una escuela de la empresa y de la vida.

Desde luego: tomar decisiones continuamente bajo presión, tener personalidad para hacerlo, respetar y hacerte respetar…

¿Usted cree que se les toma en serio a los árbitros?

Ha mejorado muchísimo la formación de todo el colectivo futbolístico. Considero que a los árbitros se les respeta.

¿Usted cree que se les respeta cuando Clos nunca fue considerado deportista de élite?

Junto a Collina, a mi juicio, el mejor árbitro. Por supuesto, los árbitros somos deportistas; y Clos, deportista de élite.

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