CAI BALONMANO

Europa pasa por Pamplona

El CAI se juega en la pista del San Antonio la sexta plaza, que da acceso a la Copa EHF.

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Europa pasa por Pamplona
ESTHER CASAS

El deterioro progresivo del CAI Aragón en la Liga Asobal lo ha aproximado al límite de la mediocridad, la línea que separa Europa del resto de supervivientes. Acotar terrenos, establecer fronteras en un espacio tan pasional como el deporte, no suele ser labor sencilla. Probablemente, tampoco justa. La distancia que separa el éxito del fracaso es muy delgada: un gol, un poste, un larguero... Cuando en el análisis de cualquier actividad vital se tiende a relativizar, en el deporte de elite todo se audita desde valores absolutos: o bien o mal. Quizás porque el regulín jamás brilló y solo hizo felices a los mediocres, y la competición no es terreno propio de mediocres sino de ganadores. Ser uno más del montón no puede satisfacer a una actividad como el deporte, en la que el vector director de cualquier planteamiento reside en la capacidad de superación.Probablemente, el CAI Aragón no jugó tan bien a principio de curso, cuando todo lo ganaba. Ni tampoco se haya comportado tan mal recientemente, cuando todo lo pierde. El caso es que se ha desplomado a la sexta plaza, que incluso puede dar con sus narices en la séptima. Entre unas cosas y otras, se ha olvidado del cuarto puesto, de la cabeza, del trono de la Liga Asobal. Ahora, hasta peligra la EHF, el pedigrí que siempre lució este club. Probablemente, decía, ni antes jugó para colarse en la 'Champions' ni ahora merezca caer en la zona de nadie de la Asobal. Eso sí, los goles no se merecen. O se meten o no se meten. O se gana o se pierde. Y el CAI Aragón no hace otra cosa que perder últimamente. Y a cualquier persona que quiera y sienta la camiseta naranja le sabrá a poco cualquier posición inferior a la sexta plaza.

Hoy visita Pamplona con la sexta plaza en juego (pabellón UPNA, 18.30). Por esa posición también pugna el Reyno de Navarra, actual inquilino de la séptima. El histórico San Antonio, el club que un día no tan lejano gobernó el mundo bajo el mecenazgo de la cementera Portland, tampoco quiere despeñarse por el acantilado de la mediocridad. Igual que el club aragonés, tampoco lo merecen. Y por un puesto en el sexteto de honor van a pelear hoy con toda su alma. No va a ser sencillo sumar. El Reyno de Navarra no es el Portland, pero sigue siendo un bloque muy notable. Además, Pamplona reúne una enorme cultura de balonmano. La capital navarra tuvo hasta tres clubes en la elite (San Antonio, Anaitasuna y Beti Onak). Esto es, una cantera y una sabiduría extraordinarias, y un recorrido que Zaragoza todavía debe desarrollar. Apenas llevamos cinco años en la elite. Capturar la sexta plaza y competir de nuevo en Europa se antoja imprescindible para robustecer el proyecto naranja.

Invasión naranja

Huelga decirlo, pero no va a ser sencillo el partido. Al San Antonio también le va la vida. Y su prestigio. Y su orgullo torero, que lo tiene, y mucho. Ahí están las plazas en las que el club antoniano ha salido a hombros. No podrán jugar ni Ruesga ni Jurkiewitz. Alivio para un CAI Aragón que sabe perfectamente la valía del premio en disputa. También lo sabe su hinchada. Abanderada por la peña Artillería Naranja, asistirá de forma masiva al pabellón de la Universidad Pública de Navarra. Su afición, su gente, acude al rescate de un equipo que merece, que necesita estar en Europa como único club de elite zaragozano que disfruta de esa condición. Todo eso hay en juego hoy en Pamplona.