En las mejores manos

Roberto y De Gea, dos perlas de la cantera atlética, se enfrentan este domingo. El segundo debutó con el primer equipo tras una lesión del hoy zaragocista en Oporto el pasado 30 de septiembre.

David de Gea, en un entrenamiento.
En las mejores manos
efe

La historia se escribe a veces en renglones torcidos. Una sucesión de acontecimientos fortuitos varía el guión vital de sus protagonistas. Un relato caprichoso, con suspense y un sorprendente desenlace. Roberto Jiménez y David de Gea pueden atestiguarlo. Los dos porteros, dos joyas de la cantera atlética, se enfrentarán el próximo domingo.

 

A principio de temporada, nadie hubiera apostado un céntimo a que Roberto ingresaría en La Romareda defendiendo el escudo del león y que De Gea haría lo propio con la meta colchonera. El primero estaba predestinado a languidecer como suplente de Sergio Asenjo, el fichaje de relumbrón. El segundo debía proseguir con su formación en el filial rojiblanco. La realidad, una vez más, se ha encargado de desmentir a la lógica.

 

El camino de ambos se cruzó a principios de esta misma campaña. Una lesión de Asenjo abrió las puertas de la titularidad a Roberto. Por fin. Tras años de espera, con cesiones al Nástic de Tarragona y una estancia en el Recreativo de Huelva, se presentaba una oportunidad mayúscula para refrendar la fama adquirida en las categorías inferiores, con internacionalidades incluidas. Pero el destino le reservaba una broma macabra. El pasado 30 de septiembre, en el estadio Do Dragao de Oporto, un escenario de Champions, Roberto sufrió una rotura fibrilar en el recto anterior del cuádriceps derecho al golpear un balón. Triste funeral para sus sueños de gloria. Ya no volvería a enfundarse esa camiseta.

 

Un contratiempo que dio paso en el estadio portugués a David de Gea, una perla que contaba con 18 años. Otro proyecto mimado y adornado con múltiples internacionalidades. Pese a que no estuvo especialmente afortunado, el madrileño arrancó su meteórica carrera y actualmente le ha arrebatado el puesto al mismísimo Asenjo. Tras el resbalón en Oporto, De Gea fue el héroe del Calderón en el siguiente duelo, esta vez liguero y contra el Real Zaragoza. Detuvo un penalti a Marko Babic con empate a cero, una acción fundamental en la victoria (2-1).

 

El transcurso de los meses ha situado a esta pareja en un paisaje idílico. Roberto destronó por fin a Juan Pablo Carrizo el pasado domingo en Getafe y su rendimiento fue portentoso, con cuatro paradas de enorme mérito. Compartió junto a Suazo los focos del triunfo. Además, no se olvidan de él en el Atlético. La pasada semana el entrenador Quique Sánchez Flores le lanzó encendidos elogios: "Tenemos dos grandes porteros en De Gea y Asenjo. Y tampoco podemos olvidar a Roberto, cedido al Real Zaragoza, que es otro gran jugador. Si no tuviera tanta competencia por delante, sería sin duda el titular del Atlético de Madrid".

 

No es casualidad que su cesión no contemple ningún tipo de opción de compra para el club aragonés. A sus 24 años, todavía se le adivinan posibilidades en la secretaría técnica atlética.

 

El caso de De Gea es la crónica de un éxito anunciado. Se colgó la medalla de oro en el Campeonato Europeo Sub-17 en 2007 y es seguido desde niño por las grandes instituciones del continente. Apodado Van der Sar o ruso ("porque parezco guiri"), devora un momento pleno, aunque parece no haber caído en la complacencia. Como curiosidad, su padre (ex portero modesto) todavía lo recoge en su utilitario tras los entrenamientos.

 

Dos porteros de la misma astilla, frente a frente.