Los continuos tropiezos del Real Zaragoza han tensado la Liga. Y los puntos se encarecen. De momento, en el cuadro aragonés no se observa la abrumadora superioridad que por historia, resonancia, plantilla y presupuesto se le intuía en el inicio del campeonato; y mientras su entrenador, Marcelino García Toral, se afana desesperadamente en ajustar todas sus piezas, el resto de los aspirantes al ascenso va alimentando su autoestima.

Sin embargo, la caída del Real Zaragoza no es ni mucho menos irreparable, ni tampoco ha resultado tan decisivo el impulso protagonizado por sus adversarios. Apenas tres puntos separan al cuadro zaragocista de las posiciones de ascenso, cuando todavía restan 17 jornadas para que la competición eche el cierre. Todo queda aún por resolver.

Por ello, aunque el panorama se haya tornado ahora más incómodo y comprometido, la plantilla del conjunto aragonés sigue convencida de sus propias posibilidades. De hecho, un triunfo el próximo sábado, en Murcia; y una nueva victoria en la siguiente jornada, frente al Hércules, restauraría el dañado prestigio del Real Zaragoza y, además, devolvería al equipo a la zona de ascenso a la Primera División.

¿Por qué confiar? Sobre todo porque, independientemente de los resultados, entre los futbolistas no ha existido un solo indicio de indisciplina, desinterés o falta de implicación. Todos quieren el ascenso. Y nadie pierde de vista que la tercera posición, en la actualidad, queda a sólo tres puntos de distancia.

Un argumento con la suficiente consistencia como para que la afición zaragocista, pese al desencanto, siga respondiendo con la misma grandeza y opte por no bajar el pulgar. Y sobre todo, para que ningún futbolista arroja precipitadamente la toalla.

Las opciones del Real Zaragoza permanecen intactas. Y no se trata de una cuestión baladí: el regreso a la élite apremia, se antoja imprescindible. "Si no se asciende este año, la sociedad necesitaría descapitalizarse todavía más. Y entonces correría peligro el retorno inmediato del equipo a Primera", se sinceró el presidente, Eduardo Bandrés, en la última Junta General de Accionistas, celebrada en noviembre de 2008. Y toca remar a todos en la misma dirección.

Los rivales directos

La reacción, eso sí, deber ser inminente. Y más teniendo en cuenta que los principales candidatos al ascenso apenas otorgan concesiones. El Xerez, en este sentido, es el mejor ejemplo de regularidad. Domina el torneo con mano firme, después de haber encadenado cinco victorias consecutivas, y suma ya 14 jornadas seguidas sin bajarse del podio.

Además, parece haberse desprendido ya del halo de fragilidad y temor que le ha venido acompañando, en temporadas anteriores, cuando se enfrentaba al momento crucial del campeonato. Y a diferencia de años atrás, ahora parece poco probable que se despeñe, de forma repentina, hasta caer fuera de los puestos de ascenso a la máxima categoría.

Su candidatura se presenta sólida, fiable. Instalado en la primera posición, con apenas cuatro derrotas en 25 partidos, le distancian siete puntos en la actualidad del cuarto clasificado. Ha superado en las últimas cinco jornadas al Celta, el Alicante, el Albacete, el Salamanca y el Córdoba, pero le aguarda ahora un calendario de máxima exigencia: Rayo Vallecano y Real Sociedad, dos rivales directos; y un complicado desplazamiento al campo del Levante.

También el Tenerife ha enlazado un racha positiva de resultados. Sus seis actuaciones más recientes se han saldado con cuatro victorias (Girona, Nástic, Éibar y Elche) y dos empates (Castellón y Huesca). Sus próximos compromisos son el Celta y el Albacete, en casa; y el Alicante y el Salamanca, lejos del Heliodoro Rodríguez López.

Mientras, el Rayo Vallecano se ha colado en la tercera posición por la misma vía empleada por el Xerez: a través de cinco victorias ininterrumpidas. Los madrileños se han impuesto al Zaragoza, al Murcia, al Hércules, al Alavés y al Sevilla Atlético. En la próxima jornada visitan el feudo del líder, y posteriormente se enfrentan al Girona y al Castellón.