SUPERLIGA FEMENINA

El Prainsa jugará la Copa

El equipo aragonés empató en la última jornada y concluyó el torneo de Liga en la octava posición.

El Prainsa Zaragoza sumó ayer un punto frente al Puebla que le permitírá disputar la Copa de la Reina en un duelo nada vistoso para los aficionados que se desplazaron al campo. Esta clase de encuentros son como son y no hay que buscarle más pies al gato. Cuando el terreno de juego es un verdadero lodazal y allí es imposible jugar al fútbol. El espectáculo brilla por su ausencia, el resultado es transparente como el agua que cayó ayer en el Municipal de Puebla.


Un verdadero océano traducido en un empate a todo: cerocerismo y flojo espectáculo. Fue un partido casi intrascendente. Que garantizó, eso sí, la clasificación para la Copa del equipo aragonés.


Las poblanchinas salieron al césped con su aire distinguido de mariscal, con aire elegante que ayer se tiñó de negro y que apenas tuvo rédito en el terreno, al menos en cuanto a goles se refiere. Priscila no tardaría en esbozar sus intenciones pero sin resultado. En las huestes aragonesas, su técnico apostó por la clásica línea de contención atrás, con Iris, Vicky, Andreu, brillante en sus acciones, y una Marta que optó por retrasar su posición de central en vistas del lamentable estado del césped, si se puede llamar así.


El duelo, enquistado en la medular, sólo ofreció mucho patadón, un despliegue titánico de músculo y resbalones por doquier, pero fútbol poco, por no decir ninguno. Avisaban sin suerte Conchi y Nisa, que estuvo sobresaliente, pero el gol no tenía cita ayer en el Municipal.


En las filas zaragozanas, la meta Andreia volvía a ser la noria por donde giraban todos los ejes. Un seguro atrás con el que se topaban las de Contreras. Por desgracia para las primeras, la valiente central de Híjar, Mesi, se tuvo que retirar del campo al sufrir un esguince en el tobillo derecho.


El césped no era tal, bastante tenían las pobres jugadoras de estar en pie. Al menos, los aficionados a la velocidad terminal pudieron deleitarse con las internadas por el carril izquierdo del vendaval tinerfeño Nisa.


Las espadas estaban en todo lo alto. Pero, si hubo poca enjundia futbolística en el primer parcial, en el segundo el despropósito por ambos onces fue mayúsculo. El balón corría, o mejor dicho, se tropezaba por delante de las ideas, el impulso por encima de la razón, cualquier negro pensamiento por encima de un atisbo de lucidez y, con tamaño panorama, seguíamos sin un mísero gol que llevarnos a la retina.


Las pocas ocasiones de las locales fueron cortadas de forma excelsa por la onubense Vicky y ese muro de contención que es Andreia. Y, lo que es el fútbol, en un despiste local, a Joana le faltaron centímetros en sus botas para cazar el cuero ante la salida desacertada de la portera Cecilia.


Al final, empate justo y ambos equipos a la espera de los cuartos de final de la Copa, previstos para el 1 y el 8 de junio.