REAL ZARAGOZA

El Mallorca manda un aviso al Zaragoza

El entrenador del Mallorca ha encontrado esta semana, en partido de Copa, la fórmula para ganar al Real Madrid, un equipo que parecía inabordable incluso cuando jugaba mal. Es seguro que el conjunto balear se presentará mañana en La Romareda reforzado y confiado en los argumentos de su fútbol.

Hasta hace nada, el Mallorca, rival en el encuentro que mañana se jugará en La Romareda, emitía una señal que aquí podía entenderse como positiva: la baja de Güiza, su principal artillero. La ausencia de un jugador en su estado de ánimo y unión con el gol, que ha entrado en los planes de Luis Aragonés para la selección española, nunca viene mal en unas circunstancias de necesidad como las que atraviesa el conjunto aragonés. Pero desde hace unas horas, la lesión de Güiza ya no es el dato principal que es preciso antender en relación al próximo enemigo, como tampoco cabe entretenerse en el inevitable anexo del delantero, que no es otro que Nuria Bermúdez, quien ha tomado un doble papel en la vida de Güiza: ser su representante y madre de su hijo. Todo al mismo tiempo.


Seguramente tiene mayor trascedencia para el futuro inmediato del Real Zaragoza lo ocurrido en el partido de Copa entre Mallorca y Real Madrid. El conjunto que prepara Gregorio Manzano acaba de ganar al bloque de Bernd Schuster, que había llegado a expandir la impresión general de ser un conjunto inabordable.


Como es natural, sobre tal resultado se pueden lanzar mil mensajes con los que intentar desactivar su fuerza. Sirva como ejemplo uno de entre tantos: la Copa en nada se parece a la Liga y las conclusiones de una competición difícilmente son válidas para la otra. Mas, aun siendo cierto esto, no es menos firme la derrota madridista en Son Moix. Se trata del cuarto partido que pierde el Real Madrid a lo largo de toda la campaña, un indicativo evidente de que el Mallorca puede presentarse en La Romareda con otro talante, más seguro y confiado en su discurso futbolístico que en otras ocasiones. Razones tiene para ello. ¿O acaso no habríamos reelaborado aquí toda la deplorable última trayectoria del Zaragoza en el caso de que hubiera aprovechado las oportunidades que se brindaron en el Bernabéu?


El fútbol, entre otras cosas, es un estado de ánimo, un modo más o menos seguro de afrontar las complejidades o de abordar los retos, y el Mallorca ha podido ganar mucho terreno en este aspecto desde la noche del jueves. El Real Zaragoza, mientras tanto, a duras penas ha salido esta semana de sus cansinos y estériles debates internos. Perdió la ocasión de confirmar las buenas sensaciones dadas en Madrid y una vez más se han encendido ante los ojos de Víctor Fernández las luces que le anuncian que tiene caducidad cercana como entrenador. O se agarra pronto a un resultado positivo, que cambie tendencias, o el progresivo declive terminará por devorarlo, como le sucede a cualquier preparador cuyo equipo es incapaz de ganar.


En este sentido, el aviso que ha enviado el Mallorca al imponerse al Real Madrid tendría que ir más allá del respeto debido a cualquier contendiente. Es preciso abundar en las razones por las que se impuso al líder de la Liga. Es necesario repasar a conciencia los porqués de su éxito ante un rival al que el Real Zaragoza amenazó y frente al que terminó capitulando. Gregorio Manzano no echó mano de toda la titularidad de su equipo ni se aprovechó de los reservas blancos.


En la preparación de esta cita, Víctor Fernández consumirá esta mañana la última sesión preparatoria de la semana. Se desarrollará a puerta cerrada en La Romareda, donde el técnico aragonés apuntará los aspectos tácticos y estratégicos claves. Este trabajo es, desde luego, pieza imprescindible en la preparación de todo choque. Pero una vez más da la impresión de que los resortes que es preciso activar para ganar se hallan antes en la consideración de uno mismo que en la del contrario.


En caso de que resultado del partido de mañana frente al Mallorca sea por completo adverso o se empate, el Real Zaragoza se introducirá en una racha sin ganar en exceso larga. Cuando esto ha sucedido, la historia muestra cuadros de pesares graves. Víctor se halla en un límite personal. Y el equipo, en otro.