REAL ZARAGOZA

El drama del Levante

Juanfran nació a cien metros del estadio del Levante y pateó los primeros balones en el barrio valenciano de Orriols, donde se afinca el club. Desde Zaragoza, se acerca con pena a la crisis que desangra a su equipo.

El club no me paga/trabajo sin cobrar/ no quieren romper mi contrato/ tendré que dormir en las oficinas o en el estadio". Con este estribillo cantado en inglés, Riga, delantero del Levante, le puso sonido hip hop a su repulsa a la gestión económica de Pedro Villarroel (máximo accionista), hombre que ha dejado las cajas de caudales del Ciudad de Valencia con un bosque de telarañas. Riga inauguró en pleno entrenamiento las medidas de protesta ante la agónica situación financiera del Levante. La última voz se levantó la semana pasada, cuando la plantilla dio un par de giros al campo y finiquitó su jornada laboral. Los impagos escalan hasta el 60-80% de los contratos del pasado curso, el 80-85% de las nóminas del presente y 200. 000 euros en concepto de primas. La crisis deportiva, con el equipo a 13 puntos de la salvación, agrava la hemorragia.


Desde el Real Zaragoza, Juanfran, el lateral zurdo, asiste entristecido al cuadro. Nació a escasos 100 metros del estadio del Levante, en el corazón de Orriols, barrio obrero, multicultural y sencillo de Valencia. Allí comenzó a patear la pelota antes de entrar en la cantera del club mientras los domingos su abuelo y su padre lo llevaban al Ciudad de Valencia. "Me da pena la situación. No es sencillo ver cómo tu equipo sufre así. Mantengo amigos dentro del club, incluso dentro de la directiva, como por ejemplo el "presi", Julio Romero, y duele ver cómo día tras días la crisis no se soluciona", se lamenta.


Los desfases presupuestarios, la fallida política deportiva, con salarios improductivos y fichajes vacíos, y las disensiones políticas han asfixiado al Levante. El dueño Pedro Villarroel, principal señalado, ha aceptado desprenderse de su paquete accionarial y apartarse del club, tal y como demandó la plantilla en su último parón. En el final del llamado "villarroelismo", también ha ejercido peso la presión social. "Desconozco toda la información, quizá se ha echado en falta algún apoyo más del Ayuntamiento, pero mantengo cierto contacto. Mis hermanos y mis padres son socios del Levante y tengo amigos de la infancia que acuden todos los domingos al campo. Me cuentan el ambiente que se respira y me destacan que la gente está a muerte con los jugadores. Están valorando mucho el esfuerzo de una plantilla con varios pagos atrasados", destaca Juanfran.


Los futbolistas granas han alertado de sus situaciones personales. Según ellos, les han embargado cuentas y viviendas, han vendido coches y los números rojos les oprimen. Han amenazado con encerrarse y han dejado de recorrer 80 kilómetros para entrenar en la Ciudad Deportiva de Buñol y ahorrar unos euros de gasolina. Ahora, lo hacen en el estadio. El drama, lejos de hundir al grupo, ha espoleado el compromiso. "A todos los trabajadores nos gusta que cumplan con nuestras nóminas. Comprendo a los jugadores del Levante. Están dando ejemplo. "Chapeau" por ellos. En lugar de desunirse han formado piña. Son un grupo fuerte que está mostrando su profesionalidad. Deportivamente, las cosas no marchan bien, pero han mejorado. Ahora, son un equipo más consistente y equilibrado", afirma Juanfran.


El responsable del progreso ha sido Giovanni di Biasi. Pese a las penurias, el italiano ha rechazado una oferta para el banquillo del Parma. Incluso el Levante le ha ofrecido la renovación. Se ha erigido en un ejemplo de dignidad y compromiso, y sueña con la salvación, utopía que puede esconder un salvavidas despojado de metáforas. La Segunda División podría abrir un agujero terminal. Juanfran afronta la cuestión y vuelve al barrio, al descampado frente a los adustos muros del Ciudad de Valencia, a la mano de su abuelo: "El Levante nunca puede desaparecer. Si desciende, seguirá vivo. Pese a los problemas. Es un equipo histórico. La gente de Orriols no lo permitiría".