NÚMERO DOS DEL TENIS MUNDIAL

El día en que Nadal pensó en hacerse golfista

El tenista español llegó a plantarse cambiar la raqueta por el palo de golf debido a los continuos problemas y lesiones que tenía en su pie izquierdo.

Rafa Nadal celebra la victoria ante Wawrinka.
Rafael Nadal pasa a tercera ronda tras una trabajada victoria sobre Wawrinka
EFE

El mayor enemigo en la carrera del tenista español Rafael Nadal no fue el suizo Roger Federer, sino un delicado hueso del pie izquierdo, a tal punto que el ex número uno del mundo llegó a pensar en cambiar de deporte para convertirse en rival de Tiger Woods.


La posibilidad de un Nadal golfista -y la de un Nadal futbolista- es una de las revelaciones en el libro "Rafa", una autobiografía sobre el jugador español que sale a la venta en Estados Unidos, y que tendrá versión en español en octubre. El periodista inglés John Carlin escribió el libro junto a Nadal.


En el volumen de 250 páginas publicado por "Hyperion" y adelantado a la agencia dpa, Nadal relata cómo se derrumbó su mundo al diagnosticársele a fines de 2005 -el año de su explosión como jugador- una lesión congénita en un hueso pequeñísimo de su pie izquierdo, el escafoides del tarso.


Tras desconcertar a varios especialistas, un médico en Madrid que había escrito una tesis sobre el diminuto hueso en cuestión le dio su diagnóstico: existía la posibilidad de que debiera dejar para siempre el tenis y retirarse a los 19 años.


Nadal estaba desolado, se arrastraba como un alma en pena, sin alegría, motivación ni apetito. La sola idea de verse obligado a dejar el tenis lo martirizaba.


Fue entonces que a su padre, Sebastián, se le ocurrió la idea.


"Con todo ese talento y esas pelotas que tienes", comenzó a argumentar. "No veo ninguna razón para que no puedas convertirte en un golfista profesional".


Seis años después y tras haber ganado diez Grand Slam en total, el oro olímpico y conquistado el número uno del mundo, Nadal recuerda con cierta distancia y alivio aquellos días en los que sintió que su sueño se derrumbaba cuando apenas empezaba.


"Aquella posibilidad, más bien distante, tiene que esperar por ahora, y espero que para siempre", escribió el número dos del mundo, que en sus ratos libres sigue jugando con verdadera pasión al golf.


Mientras su marca de indumentaria deportiva creaba una zapatilla y una suela especial para ese delicado pie izquierdo, Nadal pasaba sus días en Mallorca con un humor de perros, sin poder entrenar y con la incertidumbre abierta.

Un entrenamiento sentado

Fue entonces que a su tío-entrenador, Toni Nadal, se le ocurrió una "solución": Rafael entrenaría 45 minutos diarios sentado sobre una silla. Asi, al menos, movería los brazos y liberaría energía y frustraciones, aunque no pudiera apoyar el pie.


Ese pie izquierdo es, según Nadal, una de las zonas que más masajes y cuidados recibe, pero el español se las arregló para que la lesión congénita no complicara su carrera, aunque a lo largo de los años sufrió dificultades y lesiones en diversas zonas de su cuerpo.


El español, sobrino de Miguel Ángel Nadal, ex defensa del Barcelona, recuerda también en "Rafa" que en su juventud le dolió muchísimo despedirse de la posibilidad de ser futbolista.


El tenis, el fútbol y los estudios: algo debía ser resignado por Nadal, al que a los 12 años no le alcanzaba el tiempo para todo.


Nadal jugaba en la selección balear de fútbol de su categoría y cosechaba triunfos en tenis en certámenes juveniles en Europa. Pero su madre, Ana María, le recordó que estudiar también era importante.


"Fue una de las decisiones más duras que haya tenido que tomar, pero al final, las circunstancias decidieron por mi", explica Nadal cuando recuerda su adiós al fútbol.


Un nuevo entrenador se hizo cargo de su equipo, y decidió que aquel jugador que faltara a un solo entrenamiento no podría jugar los torneos los fines de semana. "Y así fue", recuerda Nadal.


Sebastián, su padre, tenía "demasiada fe" en su talento como futbolista, agrega Nadal, que se describe como "no tan especial". El juego en el que realmente se destacaba era el tenis.


Pero su tío, Toni, jamás permitió que Rafael Nadal se sintiera superior. El jugador describe como "crudo" el estilo de Toni, que ni siquiera le dio tregua en junio de 2005, cuando el joven de entonces flamantes 19 años conquistó en Roland Garros su primer torneo de Grand Slam.


"Me dijo que en aquella final tuve suerte de ganar los puntos decisivos", escribe Nadal. El argentino Mariano Puerta, rival en aquella final, había jugado "mejor", según Toni, que le hizo un listado de todo aquello que debería corregir si deseaba ganar alguna vez un Grand Slam más.


Desde entonces Nadal sumó nueve más, pero el español, que se considera "descoordinado" y torpe por naturaleza, le da la razón a su tío, el hombre que fue moldeando su tenis desde su más tierna infancia.


"Lo que yo quería era triunfar en el tenis, y todo lo obstaculizara ese sueño, ya fuera pasar un verano holgazaneando con mis amigos o sumar sentimientos de antagonismo hacia Toni, debía ser puesto a un lado".


"Porque Toni tenía razón. Muchas veces te enfurecía, pero en el largo plazo tenía razón".