Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

BARÇA 5 - R. SOCIEDAD 0

El Barça juega a otra cosa

Los azulgrana bailaron a la Real con un rondo interminable, cuatro goles de antología y la rúbrica de Bojan.

David Villa, tras anotar un gol, ayer.
El Barça juega a otra cosa
ANDREU DALMAU/EFE

Se agotan los adjetivos, los calificativos, las loas de admiración ante este 'dream team' de rondo infinito, capaz de anotar 26 goles en los seis últimos partidos y de no encajar ninguno. Tan superior es el Barça a sus rivales, al menos hasta la fecha, que los partidos se hacen ya repetitivos, que no aburridos porque los azulgrana fabrican bordados milimétricos. No son duelos, son escenas en las que uno se pasea y disfruta jugando con el balón, como si dar buenos pases fuera cosa de niños, y otro se limita a correr detrás del esférico, a ver combinar a sus oponentes con suma precisión y a sufrir de impotencia. Si no fuera por una razón mediática, sería lo mismo que enfrente esté el todopoderoso Real Madrid o la recién ascendida Real Sociedad. El cuero es azulgrana, y no hay más que hablar.


Esta vez, Guardiola dio descanso a Busquets y reservó a Piqué, a una amarilla de perderse el derbi catalán que tanto inquieta al técnico azulgrana. Sabe Pep que si Xavi, Iniesta y Messi están cerca de su mejor nivel, frenarlos resulta una quimera. Y que cualquiera de los actores restantes, es extraordinario. En especial Pedrito, un futbolista con una progresión descomunal. Cuentan que en la cantera culé iban a desprenderse del extremo canario pero que Guardiola lo impidió tras observar un vídeo con sus evoluciones. Ojo de sabio.


Es igual plantarse en el Camp Nou con cuatro atrás o cinco, con un pivote o dos en el medio, quedarse agazapado en defensa, con Griezmann más retrasado que nunca, o tirar la línea y presionar arriba. Con o sin espacios, el Barça es capaz de hacer encaje de bolillos. Filigranas, orfebrería, arte puro de la escuela catalana de La Masía. Para el común de los humanos, sería más fácil encontrar una aguja en un pajar que dibujar acciones tan trenzadas en espacios tan reducidos. Una mezcla portentosa de automatismos e improvisación, de magia y de rutina futbolera.


Tan bonito lo hace el Barça que a los adversarios les cuesta incluso desmerecer el espectáculo con otro tipo de fútbol, más antideportivo si se quiere. Debieron pensar los de Martín Lasarte que, si te van a ganar igual, no merece la pena jugar duro, morder, quedar en evidencia y recibir críticas por pegar. Ciertamente, el Barça pintó un fútbol de tiralíneas pero los donostiarras hicieron más bien poco por impedirlo. Fueron muy blandos.


Los goles del Barça fueron magníficos, la mejor expresión de su estilo, del rondo soñado. En el primero, a los ocho minutos, Xavi, Messi, Pedro y Villa se asociaron con tanta calidad que al 'Guaje' sólo le quedó empujarla a puerta vacía. En el segundo, Iniesta y Pedro se asociaron como si jugasen juntos desde el patio del colegio. Ahora te la doy, me desmarco, te la paso y al final tú la enchufas.


El tercero, recién iniciada la segunda mitad, por si acaso la Real osaba intentar meterse en el partido, fue otra maravilla. Messi retados en los que no lo tienes. Esa es otra clave del Barça, su enorme facilidad para evitar que el adversario salga de la cueva jugándola.


Con el trabajo hecho, minutos de descanso a Xavi, a don Pedro, y a evitar riesgos con Mascherano, que se fue al vestuario porque tenía una amarilla. Quedaba ratificar que a Tamudo no se le quiere ver ni de lejos en el Camp Nou y, en la acometida final, el segundo tanto de Messi tras irse de todos -la 'Pulga' ya suma 17 en esta Liga- y la rúbrica de Bojan. El Barça juega a otra cosa.