LUNES DEPORTE

El año, a un partido

El encuentro del sábado ante el Recreativo de Huelva, en La Romareda, encierra toda la carga dramática del momento: o se le gana o la permanencia se hará cuestión muy compleja.

Eran tiempos felices aquellos días de la pasada temporada en los que se encontraron en el estadio Nuevo Colombino de Huelva el Recreativo y el Real Zaragoza. Este último necesitaba de un empate en la última jornada, y el Recre, ya satisfecho de su quehacer, tuvo la gentileza de levantar el pie para que así sucedieran las cosas. Fue una especie de encuentro fraternal, quizá propiciado por la ascendencia aragonesa del presidente del conjunto onubense o por razones distintas que no vienen al caso. Sea como fuere, el asunto es que la noche oscura y tibia de Huelva se iluminó de colores y fuego. Cada cual celebró lo suyo, coordenadas que son antípodas del partido que ahora se avecina. Aragoneses y andaluces se toparán el sábado, en La Romareda, con la vida en discusión.


Al Real Zaragoza se le han acabado las segundas oportunidades. O toma frente al Recre el tren de la salvación o, con casi toda seguridad, se le habrán escapado las oportunidades de la permanencia. Estamos ante el partido del año, ante un encuentro que para el conjunto de Villanova encierra toda la carga dramática que se ha acumulado a largo de meses infaustos, desde que a Víctor Fernández se le escapó el proyecto de las manos, cuando todavía corría la primera vuelta de la Liga.


Cuatro entrenadores después, aún no habido quien haya sabido reconducir a este equipo sospechoso de caer al abismo. Hoy, de hecho, es carne de esa negrura y está moralmente obligado a salir de allí. Una victoria ante el Recreativo le brindaría, al menos, la opción de seguir en la pelea por la conservación del pellejo en la Primera División. No es una gran meta. Y en nada se compadece con los rimbombantes discursos de inicio de campaña. Pero al menos significa algo. A un resultado adverso se le adivinan, por el contrario, nefastas consecuencias, más allá de las posibilidades que las matemáticas aún darían.


El constante derrumbe del equipo nos ha traído a este punto de la historia zaragocista, que no es un lugar cualquiera de una temporada cualquiera. A nadie se le escapa ya, ni siquiera a quienes más proximidades y afinidades voluntaristas a Agapito Iglesias, accionista mayoritario, han querido proclamar. Es original el año: el del setenta y cinco aniversario de la fundación de un club que trasciende las fronteras propias de una entidad deportiva. Tiene también sello propio el ejercicio futbolístico: estábamos inmersos en el proyecto que nos debía introducir entre los más nobles equipos del fútbol español y los temores a un descalabro de dimensiones insondables no son una idea vaga, sino una realidad que por momentos da la impresión de hacerse palpable. El Real Zaragoza agoniza en todo su ser, en toda su extensión. O vence al Recreativo de Huelva o se verá sumamente comprometido en todos los frentes de su existencia. Es el partido del año y, desde luego, de la historia más reciente.