BALONMANO

Dos aragoneses y un cañón

Con esta rasmia intentó penetrar Grebenar en la defensa del Octavio.
Dos aragoneses y un cañón
Oliver Duch

Ayer lo decía en la previa. Hoy lo reitero en la crónica del partido: Ivan Stankovic es, junto a Laszlo Nagy, el lateral zurdo más determinante del balonmano Asobal. Me encantaría anunciarlo en todas las previas y repetirlo en todas las crónicas. No creo que el lector se llegue a cansar de esta reiteración. Porque, si Ivan Stankovic muestra el nivel ofrecido ayer, este nuevo CAI Aragón solidario y comprometido, va a ofrecer muchas alegrías al aficionado. El choque de ayer significa un exponente de la argumentación anterior y de lo que aguarda en este complicado curso: un hombre desequilibrante, imparable, poderoso, soberbio; y un colectivo que por fin defiende un objetivo común.


Stankovic derribó la muralla gallega y capturó la primera victoria de la temporada. El cañón serbio encontró dos colaboradores necesarios, imprescindibles, en la conquista: los aragoneses Pablo Hernández y Amadeo Sorli. Temo aburrir, pero con Pablo también voy repetirme: llevan cuatro años buscándole un portero que lo siente, pero él sigue siendo el que saca las castañas de la lumbre. Malumbres, por fin un fichaje de verdadera jerarquía para la portería, no pudo comparecer ayer. Pablo hizo que no nos acordáramos del navarro. Eso es mucho.


Además de los goles de Stankovic y el cañizo de Pablo en la portería, hay que subrayar a Amadeo Sorli. Incluso por encima de los otros dos factores determinantes. Que Stankovic puede ser dinamita y que Pablo aporta seguridad no representa nada nuevo. Sí es nuevo para el gran público que Amadeo juegue de central. Lo han visto jugar de central los verdaderos enomorados al balonmano, los que mitigaban el hambre balonmanístico de los noventa en los patios de Maristas o en el Salduba con el Stadium Casablanca. Ahí, con Luis Pedrero, con Míchel Martín, con Miguel Mendo, impartía clases de dirección de juego Amadeo Sorli Lahuerta. Ese talento le abrió las puertas del equipo nacional juvenil. Luego, dicen que se quedó pequeño (178 centímetros). Y como dicen que los pequeños no pueden jugar en la elite como primeras líneas, lo estrangularon en el extremo izquierdo, posición en la que debe finalizar y obedecer. Ayer quedó claro que lo suyo es crear, mandar, dirigir, conducir. Gran partido de Amadeo. Muy meritorio después de más de dos lustros enclaustrado en la esquina. Sesenta minutos para plantearse su regreso a la primera línea. Y no solo cuando falte Larsson, como ayer.


Llegados aquí, hay que decir que no pudo jugar Larsson. Mejor redactarlo aquí, casi en la última columna, que en el arranque. Si fuera en el arranque, probablemente habría argumentado una derrota. No jugaron ni Fredrik Larsson ni Malumbres, los dos fichajes de tronío de esta temporada. Ni Abel Lamadrid ni Sergio Ruiz Casanova.


Todos sumaron en proporciones considerables. Grebenar aportó gol en la primera mitad, e intensidad defensiva durante todo el choque. Cartón robaba en la esquina, mientras que por fin Arrhenius y Prendes recuperaron la consistencia que deben aportar al pivote. El más flojo, Stojanovic, muy lejano de la formidable altura que alcanzó en el pasado curso en el Naturhouse. A Borges le han enseñado la puerta por fallar la mitad que él desde el extremo, y por desarrollar unos contragolpes que por ahora no corre ni Stojanovic ni nadie.


La seriedad y experiencia del Pilotes Posada eleva el mérito naranja. Con mucho veterano de guerra en el censo y un central que va para figura (Montávez), el Octavio no capituló jamás. Enseñó el brazo al final. Cuando la pelota quemaba, aparecieron Rudovic y Pavlovic. Cuando la pelota quemaba, decía, Amadeo la pidió y se la dio a Stankovic, que fusiló a Xavi Díaz. Pablo había detenido las cuatro bolas inmediatamente anteriores. Ahí estuvo la clave. Ahí estuvo el partido. Ellos, dos aragoneses y un cañón, condujeron a una victoria imprescindible, que debe consolidar la moral y el juego de un CAI Aragón todavía en construcción.