Derbi aragonés

Del AVE al Derbi

Marcelino, que no da descanso a la plantilla, inició el trabajo semanal ayer por la tarde nada más llegar de Tenerife. En el Huesca, Calderón tampoco programa ningún día de fiesta y los azulgranas preparan el duelo con toda intensidad.

El derbi aragonés, siete años después
El derbi aragonés, siete años después

Marcelino no es un hombre dado a gestos gratuitos. No actúa para la galería. No vive para la foto. Es un entrenador que mide al milímetro sus decisiones con la plantilla, su programación del trabajo, la ubicación de los días y las horas de asueto de su gente. Ayer lunes, no le importó que los futbolistas llegasen a Zaragoza después de un largo y pesadísimo viaje desde Tenerife que les levantó de la cama a las 7.30 de la mañana y les dejó en la estación de Delicias a las 17.00. Del avión, pasando brevemente por el tren de Madrid hasta Zaragoza, los llevó al campo de entrenamiento de la Ciudad Deportiva para iniciar el trabajo en esta importante semana del derbi ante el Huesca. Sin pasar por casa. Del andén de la estación al autocar del club y, en veinte minutos por la Z-40, a los vestuarios del campo de entrenamiento.


También le dio igual a Marcelino que, horas antes, el equipo realizase el mejor partido a domicilio de toda la temporada y lograse una victoria de enorme peso específico en campo canario. No cabe en su criterio profesional el juego y la concesión de festivos en recompensa por determinados buenos marcadores. Si hay que trabajar, se hace igual en la victoria o en la derrota. Por encima de todo, está la obligación y la responsabilidad de un colectivo, de una sociedad anónima metida en serios problemas de todo tipo, de un club histórico que está penando sus errores monumentales en Segunda División.


Fue comentario hecho entre la expedición durante los entremeses del viaje de vuelta de Canarias. "En otros tiempos no muy lejanos, hoy llegaríamos a Zaragoza y tendríamos fiesta hasta el martes por la tarde", decían algunos miembros del elenco zaragocista en los tiempos muertos de las salas de espera de Los Rodeos o de Atocha. Sin embargo, ahora ni siquiera se plantean ese tipo de resquicios ociosos arañados al entrenador en noches de alegría como fue la del domingo en Santa Cruz. Ahí, en la capital de la isla, fue donde Marcelino abrió levemente la mano y dio permiso a su tropa para que, tras la cena dominical pos partido (pos triunfo, por lo tanto en este feliz caso), quienes quisieran, fueran a tomar una copa o un refresco por los alrededores del Hotel Atlántida. Solo unos pocos optaron por salir a disfrutar un par de horas de los 20 grados de la noche canaria, ya que la mayoría prefirió ver los resúmenes de los partidos en sus habitaciones y relajarse cómodamente sin abandonar la concentración.


Ayer, los futbolistas viajaron todo el día pensando en el frío que les aguardaba en los montes de Cuarte, con la noche ya echada sobre Zaragoza, a partir de las 18.00. Los técnicos, médicos y fisioterapeutas establecían en sus agendas el guión de la sesión vespertina de lunes. Los utilleros planificaban cómo manejar los baúles con la ropa sucia en las instalaciones de la carretera de Valencia y de qué manera preparar, con la máxima celeridad, los uniformes de entrenamiento para que los muchachos no perdieran demasiado tiempo antes de pisar el césped de la Ciudad Deportiva. En definitiva, que la jornada laboral no concluía al llegar el convoy de alta velocidad a la fría estación zaragozana sino que exigía al menos un par de horas más de dedicación entre el grupo de profesionales del balompié zaragocista y todos sus colaboradores y asistentes.


Esta semana no hay espacio para el relajo y todos los días habrá entrenamientos. Hoy y mañana, por la tarde, a las 16.30. Cuestión de biorritmos. Hoy será en la Ciudad Deportiva. Mañana miércoles, en el estadio de La Romareda. Jueves y viernes, se retoma la cita matinal a las 10.30. El histórico partido ante el Huesca y el acelerón -quizá el definitivo- en la clasificación camino del ecuador de la liga rondan permanentemente por la cabeza de Marcelino desde una hora después de tumbar al Tenerife en su campo en el partido con más valores añadidos de cuantos se han ganado hasta ahora.


Enfrente, Antonio Calderón, el técnico del Huesca utiliza el mismo librillo del trabajo sin interrupción. El derbi se vive ya con pasión en ambas ciudades, en ambos equipos. Durante las 24 horas del día, no hay otro motivo de conversación en todo el fútbol aragonés.