REAL ZARAGOZA

De la miel a la hiel

Colunga expresa sus sentimientos contradictorios generados por la expulsión frente al Sevilla. El Real Zaragoza no recurrirá niguna de las dos tarjetas amarillas.

Le costaba digerir aún ayer a Adrián Colunga esa expulsión al filo del final, cuando la victoria más completa de la temporada esperaba apenas unos segundos por delante y cuando, de nuevo, Colunga había agitado el ataque del Zaragoza con las mismas armas que rebanaron al Tenerife: incordio constante, velocidad supersónica y una traviesa asociación con el 'Chupete' Suazo.


Al Zaragoza lo han cambiado esas cosas que hace muy poco no tenía: un central que defiende -'Il Capo' Contini- y dos delanteros que intimidan, que saben desplazarse, leer el juego, olfatear la portería, enfocarla… Jugadores, en definitiva, que saben de qué va el oficio. De todas estas cosas, la sociedad Suazo-Colunga ha impresionado por su veloz complementación. Son delanteros de bolsillo, pero peligrosos, que han alimentado al Zaragoza de abundantes registros ofensivos y que han sorprendido por su depurada capacidad para conciliarse.


-Viéndonos, cualquiera diría que solo he jugado un partido junto al 'Chupete'.


No le falta razón a Colunga. Ambos se han compenetrado con un soplido. Marcaron al Tenerife y abrieron las defensas del Sevilla repitiendo guión: el chileno arma la jugada y despeja espacios; y el asturiano reta al portero. Solo faltó acierto ante Palop.


-Suazo tiene un fútbol muy bueno de espaldas y una visión enorme. Nos entendemos muy bien.


Adrián Colunga ultima su asentamiento en Zaragoza aprovechando el día libre. Busca hogar, descubre la nueva ciudad y también mira el vídeo del partido contra el Sevilla. La expulsión le inquieta. "No sé. Me queda una sensación agridulce. Por un lado, lo importante de verdad, es la victoria. Estos tres puntos nos ayudan a tirar para arriba, pero la expulsión…", recuerda el asturiano. Es la primera vez que le enseñan una roja desde que es futbolista. "Nunca me habían echado. Ha tenido que ser un árbitro asturiano (Muñiz Fernández) como yo. Qué se le va hacer", sonríe.


El Zaragoza decidió ayer no recurrir las dos amarillas. Cuesta trabajo encontrar algún clavo ardiendo en las imágenes. En la primera, Colunga obstaculiza un saque de falta y en la segunda, el ardor del epílogo del partido lo arrastró a patear el diabólico tobillo de Jesús Navas. "Yo creo que esa tarjeta es rigurosa. Me saca la amarilla para compensar. La primera es un poco absurda, pero fastidia ver que en un partido se pegan patadas por detrás y no se saca nada", suspira Colunga antes de completar el lamento: "Tuve la oportunidad, además, de marcar un par de goles, aunque no hay mejor consuelo que los tres puntos que sacó el Zaragoza. Eso es lo verdaderamente importante".


Colunga se perderá el partido contra el Valladolid. Se sale del equipo justo en el instante menos conveniente, tras destacar en sus dos primeros partidos y adaptarse velozmente al Zaragoza. "Aún me falta algo de confianza con la pelota -responde, exigente con su nivel-. Puedo hacer más, aunque las sensaciones están siendo buenas. Me duele perderme ahora el partido de Valladolid, pero en el equipo hay gente capacitada para hacerlo muy bien". Todos los focos apuntan a Lafita como recambio del asturiano, feliz en su aterrizaje, soprendido con "cómo se volcó La Romareda contra el Sevilla, y convencido de algo: "Sabía que iba a aclimatarme rápido. Tenía que ser así porque no se puede esperar, esto es muy corto. Yo no iba a tener problemas de idioma o de cultura extranjera". Así ha sido. Ahora toca remar más. "La confianza es fundamental y la estamos recuperando. Llevamos dos victorias, pero esto es largo", advierte.