REAL ZARAGOZA

Con la obligación de vender

La grave situación económica del club obliga a Agapito a abaratar el coste del actual vestuario. Varios agentes peinan hace días el mercado mundial para obrar traspasos.

Dinero. El Real Zaragoza, Agapito Iglesias, necesita dinero. Mucho dinero. El agujero negro de su inmensa deuda acumulada (superior en un pico no especificado a los cien millones de euros) se convierte en pesadilla cuando llegan fechas de ejecutar pagos forzosos. Y el 30 de junio, emblemático día que marca el final de cada año lectivo en el negocio del fútbol, está a la vuelta de la esquina.Mientras todo el mundo, dentro y fuera del club, espera con expectación máxima qué tipo de cambios piensa llevar a cabo Agapito en los cuadros de mando (si es que al final los hace), hace ya varias semanas que varios agentes de futbolistas trabajan en el mercado mundial con el Real Zaragoza como entidad motora. La dirija quien la dirija, la estrategia deportiva de este estío va a ser muy clara: hay que contratar jugadores a precio cero o con caché muy reducido y, sobre todo, colocar en otros equipos a varios futbolistas del actual vestuario. Unos, para rebajar notablemente el coste de la plantilla eliminando sus elevadísimos salarios. Y otros, para obtener 'cash', dinero fresco que oxigene el día a día durante el verano y dote al club de capacidad de maniobra y operatividad para ejecutar las muchas operaciones que se avecinan.

El mundillo de los representantes fue activado por Agapito días atrás. Los apoderados de Pennant, Pavón, Arizmendi, Diogo, Paredes, Jorge López, Ander Herrera, Uche, Gabi, Lafita, Babic u Obradovic (en varios de los casos coincide la persona) saben que, si obtienen una oferta seductora en cualquier liga sugerente para sus representados, el Real Zaragoza estará encantado de escucharla, discutirla y, si hay entendimiento final, ejecutarla.

Todos estos futbolistas, por unas causas u otras, son susceptibles de traer dineros a la cuenta corriente del club zaragocista. Incluso por otros que no están en este listado de cabecera, también se negociaría si se pudieran obtener réditos económicos en un mercado que se mueve bajo los terribles efectos de la crisis financiera mundial. Agapito desea -a la fuerza ahorcan- abaratar de forma drástica el coste de mantenimiento del vestuario. La liquidez actual lo tiene ahogado y necesita efectivo cuanto antes y en cantidades relevantes. Hace dos años que, con el descenso y el estrepitoso fracaso del equipo más caro de la historia, Iglesias sufrió un roto de grandes dimensiones. Entonces, en una huida hacia delante histórica, quiso difuminarlo. Ahora es imposible de disimular.

Los acreedores hacen cola

Llegan momentos de cumplir con parroquia (numerosa y ávida parroquia). De acometer el abono de deudas aplazadas, parte de las cuales Javier Porquera -el director corporativo- sigue renegociando con bancos y cajas de ahorro. De cumplir con las arcas públicas. De cubrir los emolumentos que aguardan futbolistas, técnicos y empleados de la entidad. Y de satisfacer innumerables débitos que proveedores diversos esperan en rigurosa e inquieta fila.

Hasta ahora, en otras citas de obligado cumplimiento en la ventanilla de pagos (la última, a 31 de diciembre), Agapito ha ido parcheando como ha podido, mal que bien, sus obligaciones. Con la buena voluntad de las entidades financieras (caso de Cajalón, no presionando en el asunto de los pagarés diferidos que los futbolistas estuvieron en riesgo de tener que devolver en enero por falta de respaldo dinerario de la SAD); el apoyo político, con el adelanto de los millones que llegan a través de Aragón Televisión, tanto por lo correspondiente a esta temporada, como por lo que respecta a la venidera; y con otros tratamientos blandos de quienes podrían llevar al Zaragoza a un estado cianótico de difícil salida y, por ahora, no lo hacen frenados por un entorno político-financiero de largos tentáculos.

Ahora, a Agapito se le juntan dos maniobras de innegociable ejecución: el pago de los múltiples compromisos que vencen el 30 de junio y la forzosa remodelación de la plantilla de cara al año que viene.