CICLISMO

Con las llaves del Tour

Alberto Contador comanda al Astana, seguido inmediatamente por Armstrong.
Con las llaves del Tour
EFE

La multitud, los aficionados que se agolpan frente al estadio en el que juega el equipo de rugby de Montpellier solo tienen ojos, apretujones y gritos para Lance Armstrong. Ni siquiera el actor Ben Stiller, amigo del corredor, que siguió la contrarreloj, concitó un excesivo interés. Armstrong es el hombre. Y punto. Da lo mismo que Fabián Cancellara mantenga el maillot amarillo, gracias a las 220 milésimas que le sacó a Armstrong en la crono inicial del Tour.

 

Es igual que Astana barriese en la contrarreloj por equipos. El Tour se llama Lance Armstrong. Y detrás de él aparece Alberto Contador. Los demás están desaparecidos. Cuando llegó al autobús de su equipo esperó a los cinco compañeros que habían entrado con él a la meta. Abrazó a Popovych, a Zubeldia y Leipheimer. Dio la mano a Contador: todo un gesto. Klöden y Paulinho llegaron más tarde y también recibieron el cariño del jefe. Por si quedaba alguna duda, en Astana manda Armstrong. Al menos, actúa como tal.

 

Lo bordaron en la crono por equipos los corredores de Johan Bruyneel, que conseguía su cuarta victoria como director en una etapa de estas características, al igual que Armstrong, que no pudo endosarse el amarillo. Lo había logrado antes en 83 ocasiones.

 

"Quizá haya una posibilidad de coger el amarillo en el futuro. Le he dicho a Contador que teníamos que colaborar juntos, que íbamos a dejar a muchos corredores fuera del Tour. Y lo hemos hecho", explicaba un Armstrong que ya no se esconde y se postula como un aspirante serio al podio.

"Hay dos formas en un equipo de ser un favorito para ganar el Tour. Una de ellas es ser el más fuerte del equipo. La otra es ser el capitán del equipo, y ese puesto lo puedo coger yo". Lo pudo decir más alto, pero no más claro: Armstrong no descarta nada. Otra cosa es que la carretera le deje de lado.

 

Haimar Zubeldia llegó a la meta vacío, pero con un objetivo cumplido: "Por fin he ganado una etapa en el Tour". Explicaba, lanzando bocanadas en busca de aire, que en los últimos kilómetros venían a 70 por hora. "Ni siquiera he podido dar pedaladas. Se ha hecho muy duro. Hay que seguir a esta gente y darle relevos. ¡Vaya manera de rodar!", exclamó. Astana consiguió los mejores tiempos intermedios y lo único que quedaba por decidir es si Armstrong se vestía de amarillo, por un lado, y el tiempo que perdieron los corredores que llegaron a la salida con aspiraciones de podio. En cuatro etapas, el desbarajuste de la general es llamativo, de los que no se recuerdan. El Tour se lo pensará mucho antes de volver a programar una contrarreloj por equipos con tiempos reales.

 

Si nos centramos en Alberto Contador, tiene unas ventajas importantes sobre todos los rivales. Andy Schleck se encuentra a 1:22, su hermano Frank, a 1:57. Lo que ha sido grave de verdad es lo de Cadel Evans, que está, después de 438 kilómetros de carrera, a 2:40. Carlos Sastre pierde ya 2:25 y Denis Menchov, 3:33.

 

La operación de limpieza que han realizado ha resultado espectacular. Tuvo un momento de humildad Lance Armstrong cuando explicaba su vuelta al ciclismo, las sensaciones que ha sentido: "Hace doce meses lo veía todo mucho más fácil. Hace seis me di cuenta que volver era más difícil de lo que pensaba. Creo que les falté al respeto a Sastre y a Vandevelde. No será fácil ganar el Tour".

 

Tampoco lo descartó. Incluso ironizó: "Será más complicado que en 2004, 2005 y 2001". Los tiempos reales que se consiguieron hablan de un bloque muy potente en el Caisse d' Epargne, al que le falta su líder, Alejandro Valverde, y también del excelente rendimiento de Euskaltel-Euskadi. Saxo Bank, la formación de Cancellara, se dejó 40 segundos.