CAI 72 - 68 BLANCOS DE RUEDA

Cabezas llega al rescate

En su regreso a las canchas, el base malagueño certificó el triunfo rojillo ante el Blancos de Rueda con su capacidad para forzar faltas y su acierto en los libres.

Carlos Cabezas marca una jugada durante el encuentro de ayer por la noche.
Cabezas llega al rescate
ARáNZAZU NAVARRO

Menos mal que ayer regresaba a las filas del CAI Zaragoza su base internacional Carlos Cabezas. El malagueño llegó justo a tiempo al equipo y en el momento oportuno en el partido ante el Blancos de Rueda Valladolid. Su arranque no fue bueno, todavía se le vio falto de ritmo, pero su liderazgo en la cancha ya era latente. Y en los instantes finales, después de que su equipo hubiera casi desperdiciado una renta de 21 puntos, Cabezas cogió la batuta, el balón, forzó continuas faltas y con su seguridad desde la línea de tiros libres aseguró un triunfo vital que estaba a punto de difuminarse. Carlos llegó al rescate de un conjunto que jugó bien de partida y fue desapareciendo de la cancha sin que desde el banquillo reaccionara absolutamente nadie.

Esta vez había tanto en juego que el CAI no dejó lugar a la duda en el cuarto inicial. Sus lagunas de concentración de otras jornadas no aparecieron y los rojillos afrontaron el duelo con una gran intensidad defensiva. Ese era el primer paso, luego había que anotar. En esa misión se buscaba a Barlow al poste bajo, pero el australiano a pesar de ser un 'tres' alto no destaca para nada en la pintura ni siquiera ante rivales mucho más pequeños. Menos mal que aparecieron la extraña pareja, la que formaron durante unos minutos un voluntarioso, aunque a veces precipitado, Quinteros y el poderoso Chubb que iba con dureza al rebote ofensivo y sacaba canastas de mérito.

Gracias a ambos y a la agresividad atrás de los de Abós el marcador rápidamente reflejaba un explícito 11-2 con el que Porfirio Fisac pidió un necesario tiempo muerto. Y es que su equipo no carburaba. Los 'dudosos' Báez y Robinson sí que pudieron jugar, pero el que no estuvo presente fue el base Dumas, una baja significativa.

Pero eso no podía servir de excusa. El CAI defendía duro y atacaba sin egoísmos, lo que llevaba a ampliar la renta rápidamente. Además, siempre que era posible corría rápidas transiciones o contragolpes. Todo estaba controlado, ya que únicamente Barnes podía sumar para los vallisoletanos y la ventaja local alcanzaba los quince puntos al finalizar el primer parcial.

Y seguiría en aumento. Porque la 'segunda compañía' de ayer, con Cabezas, Miso, Toppert, Aguilar y Hettsheimeir no bajó los brazos y aportó lo suyo. Con dos buenas acciones de Miso la diferencia ya estaba en 18 y Fisac colocó una zona 2-3 para intentar compensar el gran acierto aragonés. Pero Andrés seguía inspirado y Hettsheimeir había tomado el relevo de Chubb con contundencia, lo que permitió marcar la máxima renta en 21 puntos. Sólo un ligero bajón en el nivel de acierto, que no de concentración, acercó al Blancos de Rueda a los 15 puntos al descanso.

No podía ser todo tan bonito y el CAI volvió por sus fueros, por aquellos que le impiden mantener su juego durante 40 minutos seguidos. Y llegaron las dudas. Porque los locales estuvieron cinco minutos sin anotar. Afortunadamente la lucha existía y el dominio en el rebote también. En caso contrario la situación hubiera sido dramática. La desventaja fue decreciendo peligrosamente. Cuando el Valladolid se colocó a 11 el público reaccionó, pero desde el banquillo Abós seguía impasible. Ni cambios, ni tiempo muerto, nada de nada. Con un parcial de 0-6 y el rival a nueve se vio obligado a hacerlo, aunque sólo introdujo a Aguilar en cancha.

Ya con los nervios algo más calmados Chubb volvió a lucirse forzando personales y Cabezas comenzaba a aparecer con una gran intensidad en todas sus acciones. Pero esas ganas llegaron a convertirse en errores y el malagueño regresó al banco.

La diferencia se iba y se venía una vez arrancado el último cuarto. Cuando los pucelanos se colocaron a diez el peligro se intuía. Especialmente porque el cuadro zaragozano no metía balones interiores y su fluidez ofensiva desaparecía, mientras su oponente lo hacía con mucho criterio. Y la ventaja seguía bajando. A 8, a 6... Miso trataba de abrir la lata ayudado por un Chubb 'fajador'. Pero eso, o el acierto de Quinteros o Barlow eran jugadas esporádicas.

Los nervios ya eran evidentes y Abós sacó a relucir su particular 'cabreo' cuando se decidió a solicitar otro tiempo cuando el Blancos de Rueda volaba con Slaughter por encima del aro local y se colocaba a cuatro. Tarde, muy tarde.

Y justo en ese instante, con el miedo metido en el cuerpo de la parroquia local surgió la figura de Cabezas. El base se hizo el dueño y señor del balón y dado que el equipo no funcionaba decidió sacar por su cuenta una falta tras otra, e incluso regalaba algún triple a la grada. El último minuto se convirtió en un auténtico duelo entre él y el ex rojillo Nacho Martín que con sus 14 puntos a punto estuvo de aguar la fiesta a los aragoneses.

Pero Carlos Cabezas no iba a permitirlo. Es internacional y los árbitros le respetan. Así, y sólo uno arriba, fue forzando falta tras otra (cómo celebraba cada acción positiva) hasta 'sacarle' una antideportiva a Slaughter que ya dejó la victoria en la mano de los rojillos. El malagueño regresó tras la lesión y lo hizo para rescatar a su CAI Zaragoza.