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Nacho Juan: "Pablo Laso y el Bayern Munich es un tren que sentía que tenía que coger"

El técnico aragonés, de solo 26 años, dice estar "abrumado" por el enorme cariño recibido tras anunciar su salida del Casademont Zaragoza rumbo al equipo alemán.

Nacho Juan, a la izquierda, dialoga con el serbio Stefan Jovic, durante un entrenamiento.
Nacho Juan, a la izquierda, dialoga con el serbio Stefan Jovic, durante un entrenamiento.
Francisco Jiménez

Quienes mejor le conocen aseguran que España ha perdido -de momento- un extraordinario comunicador. "Era el Matías Prats de la promoción", afirma una de sus amistades más directas. Porque Nacho Juan, además de un joven y prometedor entrenador de baloncesto, es también graduado en Periodismo por la Universidad de Zaragoza. A sus 26 años, el técnico dice sentirse "abrumado" por la incontrolable ola de cariño que desató el pasado viernes, cuando anunció su salida del Casademont Zaragoza para poner rumbo al Bayern Munich. En el club bávaro trabajará a las órdenes de Pablo Laso, ex del Real Madrid y uno de los entrenadores más importantes del continente.

¿Siente que, con solo 26 años, ha vivido las horas más intensas de su vida?

Es posible que sí. Pero, durante la competición, ha habido momentos en el Casademont Zaragoza que han sido también muy intensos. Esto es un trámite comparado con lo que se vive en una cancha de baloncesto. Son horas muy emocionantes e ilusionantes.

¿Cuántos mensajes ha recibido desde que anunció su salida?

Han superado los cientos. Estoy muy agradecido por todo el cariño que he recibido. También abrumado, muy emocionado, porque al final son muchos mensajes de gente muy distinta. Me ha escrito gente con la que he estado en la grada del pabellón Príncipe Felipe, pero también un montón de jugadores a los que he tenido el privilegio de entrenar.

¿Cuál ha sido el más especial?

No me puedo quedar con uno. Los de los jugadores que he dirigido han sido muy emotivos: Rodrigo San Miguel, Javi García, Aleix Font, Ander Urdiain, Jaime Pradilla, Raúl Lobaco… Con todos ellos he pasado momentos muy bonitos en la pista.

Resulta prácticamente imposible encontrar una persona que hable mal de usted. ¿A qué cree que se debe?

Es difícil de explicar, pero creo que porque soy una persona normal y honesta. Son dos valores que me caracterizan. He vivido muchas experiencias muy diferentes en muy poco tiempo, lo que me ha permitido adaptarme a muchas circunstancias. En ese proceso, la normalidad y la honestidad han ido por delante.

¿Cómo se fraguó su fichaje por el Bayern Munich?

Fue un proceso normal, como es Pablo Laso. Tuve un encuentro con él y me hizo una propuesta. Poco tiempo después llegó la oferta. Me gustaría decir que fue una historia apasionante, pero fue una cosa normal, con un reto muy especial.

¿Le costó tomar la decisión?

Cuesta porque no es fácil dejar tu casa, tu familia, tus amigos. Tampoco es sencillo dejar el club de mi vida, un Casademont Zaragoza al que estoy muy agradecido. Con él nació mi pasión por este deporte. La propuesta era muy atractiva, pero no fue algo sencillo.

¿Cómo vivió esos días meditando la decisión final?

El Bayern Munich, Pablo Laso... Sentía que era un tren que tenía que coger, sobre todo para ver dónde me llevaba. Lo considero un paso más en mi carrera. El deporte profesional es un mundo donde las cosas cambian mucho y muy rápido. Ahora solo pienso en el proyecto que tengo con el Bayern Munich.

"Pablo Laso destaca por ser una persona normal en un mundo lleno de personas singulares"

¿Y qué imagina?

El deseo de construir un proyecto ganador, quiero aportar mi granito de arena para dar forma a algo bonito y competitivo. Queremos acercarnos a los más grandes de Europa, siendo conscientes que estamos unos peldaños por debajo. La Euroliga es un reto, un sueño hecho realidad.

¿Cómo es su relación con Pablo Laso?

Es una persona que destaca por su normalidad en un mundo lleno de personas muy singulares. Sobresale por su sencillez y por su capacidad de hacer mejor a los que le rodean. Hablar de Pablo es hablar de un líder. Le da igual dónde entrenes o tu trayectoria. Si ve algo, confía en ti.

¿Con qué se queda de todos estos años en Zaragoza?

Me quedo con los aprendizajes de los grandes entrenadores con los que he trabajado: de la exigencia y la confianza de Porfirio, la capacidad de trabajo de Diego Ocampo, la metodología y la calidad humana de Jaume Ponsarnau, el liderazgo y la honestidad del ‘Oveja’ Hernández, el aplomo y saber estar de Luis Casimiro, el entusiasmo y la potencia de Martin Schiller, la sabiduría de Dragan Sakota…

En su carta de despedida hizo mención especial a dos personas muy importantes en el club: Reynaldo Benito y Porfirio Fisac.

Han sido determinantes. Reynaldo, por la confianza en mí. Nunca se fijó en mi edad, simplemente si aportaba o no. Porfirio es muy difícil de resumir, me ha hecho crecer tanto personal como profesionalmente. Su exigencia, su inconformismo, es algo especial.

¿Qué jugador le ha marcado especialmente?

Hay dos grupos de jugadores a los que siempre voy a estar agradecido. El primero, los veteranos que me ayudaron mucho en mi primer año: San Miguel, Fran Vázquez, Nemanja Radovic, Dylan Ennis… Y el segundo, los jóvenes con los que he compartido muchísimo tiempo: Vít Krejcí, Lobaco, Urdiain, Javi García, Alocén, Pradilla, Aleix Font, Langarita, Aday Mara…

¿Qué es lo que más va a echar de menos de Zaragoza?

A mi gente. Yo soy una persona de personas, les voy a echar mucho de menos a todos: a mi familia, mi novia, mis amigos… Son gente que me hace mejor y para mí son determinante, me hacen la vida mejor más allá del baloncesto.

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