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Paco Zapata: "Toda la vida me sentiré jugador de baloncesto"

El zaragozano, miembro del histórico CAI Zaragoza y 37 veces internacional con España, recibió este lunes el galardón Jugador Leyenda de la Federación Aragonesa de Baloncesto.

Paco Zapata, este martes en Zaragoza.
Paco Zapata, este martes en Zaragoza.
Oliver Duch

Dice la Federación Aragonesa de Baloncesto que Paco Zapata es una leyenda del básquet en la Comunidad...

Eso de leyenda... Yo me siento y seré toda la vida jugador de baloncesto. Lo llevo dentro de mí y mantengo la misma mentalidad. Coincido con ellos y me siento uno más, aunque les saque 30 años. Me pasa como a los toreros, que cuando se cortan la coleta dicen que seguirán siendo toreros.

Tampoco hacía malas faenas usted junto a los maestros Arcega y compañía... Menuda cuadrilla tenía aquel CAI del apoderado José Luis Rubio.

Ganamos dos Copas del Rey. La gente se acuerda más de la primera, en el 83, pero para mí la segunda (1990) tiene más valor porque reafirmaba el trabajo que se hacía en la cantera. Estábamos 8 o 9 chicos de la casa y solo dos extranjeros. La final de la Recopa es una espinita, era nuestra oportunidad y lo merecíamos. Si no hubiera pasado lo que pasó...

¿La vergüenza de Ginebra? Hoy hablaremos solo de cosas alegres. ¿Qué significa el baloncesto en su vida?

Al margen de todas las alegrías, ha sido el hilo conductor de mi vida. Trabajo en Adidas y, por mi profesión, tengo el privilegio de mantener la relación con mucha gente del baloncesto. Dejé de jugar y a los dos meses trataba con compañeros que habían jugado conmigo.

¿Cómo empezó todo?

Porque era alto.

¿Así de simple?

Con 13 años ya medía 1,80.

Casi nada...

Helios lanzó una iniciativa para captar a chicos altos. Me apunté porque el profesor de Educación Física me animó. Si no llego a hacerle caso, ¿quién sabe dónde hubiera llegado?

¿Le dio alguna vez las gracias?

Se llamaba don Prisciliano. Nunca lo volví a ver ni supe nada de él, pero, indudablemente, aquel detalle marcó mi vida.

¿A qué se hubiera dedicado si no hubiese sido jugador de baloncesto?

Creo que hubiese jugado a balonmano. Me gustaban todos los deportes, recuerdo que vivía en un barrio a las afueras de Zaragoza y estábamos todo el día jugando en la calle. El verano lo pasábamos en el Stadium Delicias: natación, tenis, tenis de mesa... hacíamos de todo.

¿Qué sintió el lunes cuando recibió el cariño de todo el baloncesto aragonés?

Me ha hecho recordar muchas anécdotas preciosas. Ahora tengo 56 años, estoy en otra época de mi vida, pero no me puedo quejar. Me siento un privilegiado.

¿Qué personas siente que han marcado su trayectoria?

Hay muchos y no me quiero dejar a nadie. Primero, sin duda, José Luis Rubio. Fue el impulsor del proyecto. Si no hubiese organizado eso, yo no hubiera jugado a baloncesto. Seguro.

¿Y en el banquillo?

Con Ranko Zeravica fue cuando mejor jugué. Él apostó mucho por mí. Como jugadores, Joaquín Ruiz es mi amigo del alma, Santi Aldama, Pepe y Fernando Arcega... Ser tantos de la casa hacía que fuéramos realmente un equipo. No había egos, íbamos todos a una. Recibir el cariño de la gente, que te dijeran lo felices que les hizo aquel CAIZaragoza… es algo de un valor incalculable.

El baloncesto actual es muy distinto al que usted conoció.

En mi época era más importante que ahora. Me explico: antes no solo eran famosos las estrellas, también se conocía por la calle a los jugadores de clase medio-alta. La gente sabía quiénes eran seis u ocho jugadores de cada equipo, tampoco había tanta movilidad de plantillas. El cambio de formato de liga, la plata de Los Ángeles (1984)... el baloncesto era el deporte guay y molaba más que el fútbol.

También fue internacional 37 veces con España: disputó un Mundial y un Europeo.

Jugar con la selección española era un sueño. No llegué a ser un fijo.La otra espinita que tengo es no haber sido olímpico. Después, con mi trabajo, he estado en varios Juegos Olímpicos y me da lástima no haber sido partícipe de algo tan bonito.

¿Todavía le dicen aquello de «¡canastón de Paco Zapata!»?

(Sonríe) Sí, alguno todavía me recuerda esa frase mítica de Salvador Asensio.

En 2006, nada más retirarse como profesional, dijo en este diario que su objetivo era disfrutar más de su mujer y de la pequeña María, que entonces tenía tres años. ¿Lo ha conseguido?

Menos de lo que me hubiera gustado. Mi profesión me lleva mucho tiempo fuera de casa y no he tenido el tiempo que deseaba. Después vino Jorge, mi otro hijo. Él y María son lo más importante de mi vida.

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