Un año sin Abós

Su fallecimiento conmocionó a todos los aficionados del CAI y del baloncesto nacional.

Abós posa en el Príncipe Felipe
Abós posa en el Príncipe Felipe
G. Mestre

Ya ha pasado un año. El 20 de octubre de 2014, la noticia del fallecimiento del José Luis Abós no solo conmovió a los aficionados del CAI, sino a toda la capital aragonesa y al baloncesto nacional. Todos ellos lloraron la cruel y prematura despedida de un entrenador que levantó e hizo más grande al equipo de su ciudad, a un embajador de Zaragoza que recorrió muchos kilómetros antes de ser profeta en su tierra, a un amante del baloncesto que dejó huella en toda España.


Un año después, sus familiares y amigos han lanzado la página web Tributo a Pepelu en la que jugadores, entrenadores o periodistas recuerdan al entrenador. Muchos de los que fueron sus pupilos, como Rudez, Shermadini, Fontet, Pablo Aguilar, Llompart, Cabezas o Tabu, entrenadores como Scariolo, Sito Alonso, Xavi Pascual, Joan Plaza, amigos, rivales, excompañeros, admiradores... Todos se han unido a esta iniciativa que también se ha extendido a las redes sociales con el 'hashtag' #TributoaPepelu.


A Abós nadie le olvida. Luchó contra el cáncer con el mismo ímpetu con el que dirigía cada fin de semana a su CAI Zaragoza, pero perdió el partido más importante que había jugado hasta entonces. No porque no lo intentara con la suficiente fuerza, sino porque el rival era mucho más fuerte y despiadado. El entrenador no pudo ganar a esta enfermedad y falleció a los 53 años, tras varios meses de lucha contra el cáncer.


Después de una vida ligada al baloncesto, donde fue desde director técnico de la Federación Aragonesa de Baloncesto hasta ayudante de Mario Pesquera en el Natwest Zaragoza o de Alfred Julbe en el Amway, Abós se hizo cargo del CAI Zaragoza (2009/10) en LEB y lo llevó primero a la ACB, más tarde a la Copa del Rey y el 'play off' por el título y, por último, a Europa. Su exitosa trayectoria al frente del CAI Zaragoza, equipo al que entrenó durante cinco años, se interrumpió en el verano de 2014, cuando anunció que dejaba los banquillos por una grave enfermedad.


El 4 de agosto de 2014, el zaragozano explicaba, a través de un comunicado, que padecía un problema de salud "cuyo proceso de recuperación se va a alargar por un tiempo que no puedo precisar. Espero estar de regreso con todos vosotros lo antes posible para seguir viviendo la pasión del baloncesto en el pabellón Príncipe Felipe". Tras la noticia, el mundo del baloncesto -y del deporte- se volcaron con el entrenador, tan querido en Zaragoza como fuera, donde su trabajo y buen hacer también eran reconocidos.


De hecho, tan solo unos meses antes de su muerte había sido elegido como el mejor entrenador del año por a revista 'Gigantes del Basket', que reconoció su labor en la histórica campaña 2012/13, en la que el CAI Zaragoza ocupó la tercera plaza únicamente superado por el Real Madrid y el F.C. Barcelona. Pero el reconocimiento a Abós no solo llegó en forma de premios, sino también a través de sus importantes logros, como la victoria frente al Valencia Basket en los cuartos de final del 'play off' por el título o la de la pasada campaña, en la Copa del Rey, frente al Unicaja.

El adiós de Abós

?Las últimas palabras de Abós las conocimos tras su fallecimiento gracias a una carta que su familia compartió en su funeral, y en la que el técnico daba las gracias a todo el mundo por el apoyo y dejaba sus últimas reflexiones, tan duras como emocionantes. “Yo peleé mucho tiempo por ser entrenador y por poder llegar a ACB, y al final lo conseguí, pero no sin mucho esfuerzo previo, por supuesto.


Saber que en este camino he ido acumulado tantos amigos y tanta gente que me aprecia ha sido muy reconfortante en estos momentos difíciles”, aseguraba Abós, quien también reconocía la dificultad de la despedida: “Siento que me voy demasiado pronto, que me quedan muchas cosas por hacer, pero también me voy con las alegrías que me ha dado la vida, que han sido muchas”.


“En lo profesional he podido dedicarme a lo que ha sido mi sueño. EL BALONCESTO. He podido entrenar en el equipo de mi corazón. El CAI. Y he vivido los mejores momentos de mi vida en el Príncipe Felipe. Me he sentido querido allí y el calor que me dio su afición me acompañara allá donde vaya”, aseguró en esta carta, en la que se despidió con un contundente agradecimiento: “Gracias a la vida porque lo he tenido todo”.

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