BALONCESTO

Alarma general

Sorprendió, por encima de todo, la calma y la inexistente dureza en las declaraciones tanto del entrenador José Luis Abós como del director deportivo del CAI, Willy Villar, tras un nuevo fiasco a domicilio de su equipo. Era la sexta derrota en la liga, otro mal partido, otra oportunidad dejada escapar, otro repaso de un rival inferior... y los responsables técnicos hablaron de mejoría, de mayor intensidad que en Tarragona, de nervios y de desacierto desde la línea de tres. Esa tranquilidad contrasta con la situación alarmante que vive el conjunto rojillo. Las victorias en casa no pueden esconder que el CAI se ha convertido en un equipo sin alma, sin garra, sin actitud ganadora, en el que sus jugadores no dan su máximo, pero también en el que el entrenador no da con la solución y los cambios llevados a cabo en la plantilla no han modificado nada. Es el momento de tomar decisiones y convendría que fueran acertadas, ya que por este camino no se llega al ascenso. Y la primera es la de fichar un alero seleccionable que cubra las bajas del lesionado Guerra y del 'apartado' Lescano. Otro grave error que ha lastrado la trayectoria del equipo.

 

En el Príncipe Felipe todo va bien. Sin excesivo brillo, pero se gana. Sin embargo, a la elite se llega venciendo lejos de casa y ahí el cuadro zaragozano muere, se queda sin alma. Nada funciona. Los bases se vuelven mediocres, Quinteros no es ni de lejos el 'killer' que se necesita, Barlow apenas saca ventaja con sus cualidades y no existe un cinco dominante en la zona. La intensidad defensiva brilla por su ausencia y los rivales se crecen, creen en el triunfo y acaban sacando los colores a un equipo que dista mucho del nivel que puede ofrecer.

 

Esa parte de culpa la tienen los jugadores, pero no son los únicos culpables. El entrenador, José Luis Abós, tampoco encuentra la tecla que lo solucione. Los mensajes de agresividad y concentración no calan en sus hombres y eso, en parte, deja en evidencia al técnico zaragozano. Además, sus apuestas sobre la cancha resultan bastante previsibles y poco efectivas.

 

Pero las culpas tampoco se quedan ahí, ya que Abós tiene lo que tiene, y de eso es responsable el director deportivo Willy Villar. El que no haya un pívot puro de garantías es su fallo, y también lo es que Hettsheimeir no tuviera hueco en el CAI y sí en la ACB, que se contrataran jugadores 'tocados', que se haya proyectado una plantilla esperando unos papeles que no llegan o que todavía no haya encontrado un refuerzo para el perímetro.

 

Todos tienen su parte de culpa, pero el CAI está jugando sobre el alambre y está obligado a tomar determinaciones que le mantengan erguido. Primero habrá que fichar, y será un alero seleccionable, a no ser que se opte por otras medidas referentes al juego interior. Pero todo con el problema de solo poder hacer dos cambios, ya que ya se han gastado los otros dos que permite el reglamento.

 

Luego habrá que tomar una determinación sobre Lescano o sobre la vuelta de Hettsheimeir (ahora lesionado) y comprobar si el técnico consigue amarrar las riendas del grupo o hace falta un revulsivo en ese puesto.

Pero la suerte acompaña

El parón por la Copa Príncipe otorga quince días al club para analizar todo ello. Incluso un poco más, puesto que los encuentros de casa no cuentan. Hay que ver el próximo desplazamiento, nada más y nada menos que a Menorca. Y lo único positivo es que la suerte acompaña, ya que si el viernes el Melilla caía en Vigo, ayer los menorquines perdían en casa ante el Tenerife. Un respiro de regalo.