un club de fútbol en crisis

Real Zaragoza: un mes a vida o muerte

El Real Zaragoza va a jugar siete partidos en 29 días, incluida una eliminatoria de la Copa, totalmente decisivos para su futuro.

Los jugadores del Zaragoza se retiran desolados tras perder ante el Málaga en el segundo partido de liga
Un mes a vida o muerte
TONI GALÁN/A PHOTO AGENCY

Once de octubre. Víspera del Pilar. Cuando hayan transcurrido los próximos 30 días, un mes exacto de tiempo, el Real Zaragoza habrá definido, con muchísimos más cimientos de los que ahora tiene bajo sus pies, cuál va a ser su futuro competitivo en esta temporada 2010-11. Para entonces, en la noche del miércoles 10 de noviembre, se habrá jugado el partido de vuelta de la primera eliminatoria de Copa ante el Betis (equipo de Segunda División) y ya se sabrá si hay continuidad en esa competición o todo se ha acabado. Y, a la espera de recibir al Sevilla en La Romareda, el equipo blanquillo ya se habrá medido al Athletic de Bilbao y el Valencia a domicilio, y al FC Barcelona y el Real Mallorca en el estadio municipal peleando por un docena de puntos tan indispensables como dificilísimos de conseguir ante adversarios de semejante calibre.


Por eso, echar un vistazo al plan de viaje de las próximas cuatro semanas invita a colegir que no van a hacer falta muchas cábalas ni demasiados rodeos o demoras para conocer el destino de este Real Zaragoza de nuestros días. Athletic, Barça, Valencia, Mallorca y, por dos veces, en sintonía y clave copera, el Betis de Segunda División, van a aclarar el devenir de los blanquillos en un sentido u otro. Los adversarios ligueros, por motivos obvios dadas las agobiantes circunstancias que concurren. El rival copero, porque la aparición de esta competición, si no se aprueba la asignatura, puede ser la puntilla a los males que afectan al equipo.


Hay que recordar que la Copa del Rey, la segunda competición de cada año, es desde principios de verano un reto para el Real Zaragoza de Gay. El equipo parte con la obligación de llegar lejos, algo que ha quedado reflejado tanto en palabras de Agapito Iglesias como en las de los demás responsables de área del club -repetidas por simpatía en cada ocasión que se terció- desde que se puso en marcha el quinto proyecto del agapitismo. Este año, salvo cambio de última hora en las intenciones, la Copa va a ser prioridad de alto rango para un Zaragoza que “tradicionalmente, es un equipo copero”, según han recordado hasta la saciedad sus mandatarios desde mayo. El desenlace del cruce de dieciséisavos de final ante el Betis será pues, dentro de un mes exacto, un termómetro importante para valorar el estado de salud del equipo por entonces, al margen del contexto en el que introduzcan a este doble enfrentamiento con los verdiblancos los complicadísimos partidos de Liga que lo envuelven.


Este mes a vida o muerte, estos 30 días que solapan octubre con la primera parte de noviembre, no van a dejar a nadie indiferente. Suceda lo que suceda. El punto de partida es el peor posible. Con el Real Zaragoza cerrando la clasificación de Primera (de la mano del Deportivo), en un mar de dudas como entidad, con una fractura social sin precedentes entre sus dirigentes y el resto del mundo y con el equipo tocado moralmente por su falta de eficacia y solvencia en los primeros seis partidos de competición (no conoce la victoria aún y se ha quedado en cuatro de ellos sin anotar un solo gol). O surge de inmediato una reacción eficaz o el despeñamiento a Segunda División, por segunda vez en tres años, por tercera vez en la década, puede quedar empaquetado, solo a falta del lacre, a mitad de campaña.


Por eso, lo que ocurra el próximo mes es crucial. Y el agravante a la presión que van a soportar tanto el equipo como los dirigentes es el perfil de los adversarios que aguardan en fila. Se ha desaprovechado la parte suave del calendario, siendo incapaces de doblegar a rivales accesibles como el Deportivo, Málaga, Racing de Santander, Hércules o Sporting de Gijón (de los disputados, solo el duelo ante el Atlético de Madrid tenía tintes de epopeya). Y lo que no se ha obtenido ante ellos es obligado extraer ahora ante el Athletic el próximo domingo en San Mamés; frente al supercampeón de todo, el Barça, la semana que viene en La Romareda; contra el líder Valencia en Mestalla; o con el Mallorca el 7 de noviembre en el estadio zaragozano (a priori, el contrincante más al alcance de este periodo decisivo).


La eliminatoria de Copa, que surge el 27 de octubre y el 10 de noviembre complicando aún más el discurrir de esas semanas, va a aumentar la exigencia física y mental del reducido grupo con el que cuenta Gay este año. Realmente, el Zaragoza va a tener que jugar al límite siete partidos en tan solo 29 días naturales. Los que van desde que comience el partido del próximo domingo en Bilbao hasta que el momento en que llegue el Sevilla a La Romareda, el 14 de noviembre (otro ilustre europeo que completa esta tortuosa y cruda etapa liguera que ha de atravesar el equipo zaragocista con el agua a la boca y sin flotador alguno).


La Romareda acogerá cuatro de estas finales. Fuera, se disputarán tres. Una curiosidad, que redobla la dificultad, es que los tres últimos choques de esta fase se jugarán seguidos en casa en solo siete días.