La metamorfosis de la SD Huesca

La racha de tres victorias y tres empates en los últimos seis partidos, donde tampoco ha encajado gol, ha consolidado una evidente transformación en el cuadro oscense.

Los futbolistas de la SD Huesca, celebrando el 1-0 frente al Andorra en El Alcoraz el pasado viernes.
Los futbolistas de la SD Huesca, celebrando el primero de los dos goles que le endosaron al Andorra el pasado viernes en El Alcoraz.
Verónica Lacasa

La SD Huesca está atravesando un proceso de redescubrimiento en el último mes y medio, tiempo en el que no conoce la derrota y en el que acumula seis partidos sin encajar gol -tres victorias y tres empates-, sosteniendo unos números de récord en la parcela defensiva. Una evolución notoria originada gracias a una plantilla que ha conseguido dar un paso enorme hacia la salvación, pero que es la misma que ha concluido en descenso al cabo de 23 de las 30 jornadas ligueras disputadas: de la jornada 2 a la 6, de la 8 a la 21, y de la 22 a la 25. Ello evidencia la culpa que han tenido los jugadores en saber revertir una situación que se figuraba muy preocupante. Ahora, el reto es mantener la positiva dinámica.

La apuesta de Hidalgo

En efecto, la otra parte -no menos responsable- que ha ocasionado este gran momento es el técnico Antonio Hidalgo. El catalán está sabiendo definir el estilo y dar con las piezas exactas que cada partido requiere, acertando con los jugadores necesarios en cada tramo del choque. Ello, sumado a una lectura táctica sin fallo en los últimos seis duelos, donde no se ha encajado gol y se han encadenado tres victorias y tres empates, ha dado lugar a la mejor racha de la SD Huesca en todo el curso.

Era lo que necesitaba -y con urgencia extrema- un equipo que cada vez mostraba menos remedios para evitar caer hacia el abismo de la 1ª RFEF. A pesar de que todavía queda por lograr alrededor de una quincena de puntos en los doce partidos que restan para agarrar la permanencia, el cuadro oscense ha dado un paso de gigante en el mes de febrero para competir la próxima temporada en Segunda División. Y lo que no es mucho menos importante: un conjunto que ha necesitado sufrir las penurias del pozo para mostrar síntomas de vida y empezar a reaccionar bajo presión en medio de un calendario que le obligaba a ello, y en el que fallar contra los rivales directos significaba algo más que dejar escapar puntos.

Es, seguramente, el camino que la SD Huesca ha estado persiguiendo y construyendo desde la llegada de Hidalgo, y que le está obligando a descubrir la genética del equipo, a explotar sus fortalezas y, de igual manera, a saber gestionar cada vez mejor lo necesario en cada partido, algo que se está demostrando en los últimos marcadores. Es innegable que la metamorfosis que está experimentando el cuadro azulgrana se trata de una reacción consolidada que resulta clave en la pelea por evitar el descenso. Ya no hay tiempo para soñar con otras metas, pero sí para llegar con garantías de permanencia a las últimas jornadas.

En seis meses, Hidalgo ha sido capaz de quitarle el polvo a la identidad que escondía su plantilla, explotada principalmente en el exhaustivo ejercicio en defensa por parte de todo el bloque. Unos puntos fuertes basados en la solidaridad defensiva como grupo, sí, pero también en el ejercicio de presión desde las líneas de ataque, en el control del balón y el posicionamiento sin él, en las mínimas concesiones en parcela defensiva y, sobre todo, en una puntería cada vez mayor. En ello, cierto es que la incorporación invernal de Elady Zorrilla ha tenido algo de culpa. Apenas un mes le ha hecho falta al jiennense para anotar dos goles con la elástica azulgrana y consolidarse como un fijo en el once inicial.

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