fútbol

Velázquez no pinta nada

El Real Zaragoza, reducido a la inexistencia, vuelve a caer y arrastra a su entrenador

Los aficionados zaragocistas muestran su decepción en las gradas del estadio Zorrilla.
Los aficionados zaragocistas muestran su decepción en las gradas del estadio Zorrilla.
Prensa2

Nada puede desarrollar la función de pronombre indefinido. Vendría a significar ninguna cosa o algo parecido. También puede germinar en sustantivo: la nada. E incluso como adverbio: en absoluto o de ninguna manera. Su valor matemático podría elevarse al cuadrado: nada de nada. O a la enésima potencia, que es el valor futbolístico mostrado este sábado por el Real Zaragoza en Valladolid. Incluso su entrenador, Julio Velázquez, dijo no sentir nada en sus últimas palabras de la rueda de prensa, cuando fue demandado por si quizá duden de él los mismos que le trajeron. Lo peor es que el zaragocismo tampoco siente nada. Nada bueno. Nada que llevarse a la boca tras la nueva lección magistral de mediocridad futbolística exhibida en el José Zorrilla de Valladolid.

Hubo que esperar hasta el tiempo de alargue para comprobar si Masip era portero o seguía siendo jugador de balonmano. Quizá ese tiempo añadido fuera lo mejor de un Real Zaragoza que no hizo absolutamente nada para sumar. En la primera mitad, acaso lamentos. A Azón no le llegan balones. Y cuando le llegan, suelen hacerle faltas, faltas que los árbitros le pitan cada vez menos. Ni cuando le rompen la camiseta sancionan....

Pasó desapercibido el debut como titular de Lucas Terrer, futbolista muy afín al todavía técnico zaragocista. No estuvo mal el prometedor juvenil. Ni bien... Sin diálogo con la pelota en el medio (así no se pierde; el balón, me refiero...), echando el balón atrás porque por delante no hay opción real de pase, se estuvo a merced de un Valladolid que tampoco está para tirar cohetes. Daba la sensación de que, pese a la superioridad territorial pucelana, la cosa podía quedar en empate, que es a lo máximo que se puede aspirar cuando ni se tira a puerta. Pero no, el coladero de Fran Gámez en el flanco derecho posibilitó el eslalon de Amath, uno de los pocos que hizo por desmarcarse del tedio imperante. Como el resto de la defensa tampoco opositó nada (la historia de hoy va de la nada, cruel sustantivo del fútbol), el habilidoso atacante abrió el marcador al borde del descanso ante la calamidad zaragocista.

Ganaba el Valladolid casi sin querer. La imagen del gol retrataba a Fran Gámez, pero en la foto real debería aparecer todo el Real Zaragoza, incluido su entrenador, máximo responsable de este y de todos los equipos. En la reanudación, el conjunto aragonés al menos quiso tener el balón. Incluso llegó a tenerlo, aunque poco fue capaz de generar con él. El Valladolid también se sentía cómodo con la ventaja, pese a su mínima dimensión. Tampoco podía aspirar a mucho más con Álvaro Negredo, próximo a la cuarentena, como referencia ofensiva. Aún así, el cuadro pucelano supo marcar un segundo gol, obra de nuevo de su factor desequilibrantes, Amath. En este caso, el habilidoso atacante señaló a uno de los escasos asideros que nos quedan en estos tiempos de carencias, Francés, que casi marca después en el añadido, en ese instante en que comprobamos que Masip no era el del balonmano, sino que lleva guantes y es el portero del Valladolid. Y después, habló Velázquez para no decir nada. Más o menos, como lo que pinta ya en este Zaragoza: nada.

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