fútbol

Real Zaragoza-Amorebieta: una gota más en el vaso de la indignación

El conjunto aragonés pierde ante el colista en otro partido sin fútbol. Las aguantaderas de La Romareda son infinitas, pero el recipiente de la paciencia está a punto de desbordarse

Hubo aficionados que abandonaron la grada antes de acabar el partido.
Hubo aficionados que abandonaron la grada antes de acabar el partido.
Toni Galan

La cuestión es de capacidad. De cuánta capacidad de aguante tenga el vaso de la paciencia zaragocista. De momento, ayer cayó otra gota en el vaso de la indignación. El descenso sigue a siete puntos, y de la promoción ya ni nos acordamos ni, visto el oprobio de ayer, tampoco merece la pena acordarse. Gota a gota, el vaso ya amenazó en desbordarse en Villarreal. Gota a gota, cualquier día se desbordará.

Parecía una broma la historia con esto de que la mayor ovación de la tarde se la había llevado un niño que en el intermedio acertó con el carro de la compra de Carrefour instalado sobre la portería del Fondo Norte. El ‘speaker’, David García, le puso emoción y el chavalico, sin ninguna duda, se acercó bastante más al gol que todo el Real Zaragoza. Lo que vino después fue peor. Murphy se vistió de Jon Morcillo, y la tostada..., ¡ay, la tostada!, menuda tostada nos espera. Si no pudimos con el Amorebieta, cómo para ganarle al Valladolid o al Espanyol…

Después de solicitar en Villarreal el cese de Velázquez e incluso de rogar un tiro a puerta, el personal compareció tranquilo en La Romareda. Ya decimos que el asunto va de capacidad, y las aguantaderas del zaragocismo son enormes. Apenas hubo pitos en el arranque. Sí hubo un recuerdo en la camiseta para Borge, un minuto de silencio para la zurda mágica de Andreas Brehme y 90 minutos de sopor antes del añadido drama final, precisamente en el tiempo añadido.

Hicieron el saque de honor Naiara y Juanjo, de Operación Triunfo. En verdad, fue el único triunfo aragonés en la tarde de ayer. Otro partido plomizo de un equipo sin carácter que solo transmite desconfianza. Así compareció un Zaragoza más preocupado en no equivocarse que en jugar. Parecía que quería, pero no sabía cómo el equipo de Velázquez, incapaz de vertebrar una idea en todo el acto. Pitos al descanso, atenuados por la imagen de Iván Azón calentando.

Se quedó en la caseta Francho, lesionado, y salió el ariete. También compareció Enrich, aunque una cosa es atacar con más jugadores y otra atacar mejor. Por momentos, pensábamos que se jugaba a fútbol sin porterías. De traca también lo del ‘Amore’, perdiendo tiempo cuando se encontraba a nueve puntos de la salvación... Antes del final, pudo haber mano de Yriarte en el área. El personal ya pitaba, pero no demasiado. O desfilaba para casa. Pero nada la sale bien a este Zaragoza que sobrevive con el gotero. Y gota a gota, cayó la gota del gol del Amorebieta. Gota al final, que no la gota final, aunque este vaso de Velázquez está a punto de desbordarse.

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