fútbol sala

Ana Eliza, exportera del Sala Zaragoza: "Llegué a pasar hambre, iba a entrenar con un té en el cuerpo"

La guardameta brasileña relata cómo sufrió los impagos de su equipo. El club lamenta la “dinámica destructiva” de este testimonio y anuncia que tomará medidas.

Ana Eliza, durante un partido con el Sala Zaragoza.
Ana Eliza, durante un partido con el Sala Zaragoza.
Heraldo

El conflicto del Sala Zaragoza con muchas de sus jugadoras y exjugadoras ya era conocido. Más de 30 de ellas han denunciado en los últimos meses y años impagos, retrasos en la Seguridad Social y despidos improcedentes, todo por un valor que supera los 25.000 euros, según los datos de la Asociación de Jugadoras de Fútbol Sala al final de la pasada temporada. Un extremo que el club desmintió, manteniendo que solo adeudaba unos 9.000 euros a tres jugadoras.

Lo que no se sabía, hasta ahora, eran las consecuencias que esto tenía para algunas de ellas. Lo ha hecho público la portera brasileña Ana Eliza Ribeiro de Oliveira, que jugó la temporada pasada en el Sala Zaragoza. El relato que transmite a HERALDO desde Galicia, donde descansa estos días, es realmente estremecedor, ya que cuenta que vino para ser profesional, pero que acabó teniendo que recurrir al Banco de Alimentos para poder comer, que pasó hambre y que en algún partido estuvo a punto de desmayarse.

El club, por su parte, admite el conflicto laboral con la jugadora, pero niega partes de su relato y lamenta la “dinámica destructiva” de sus declaraciones, al tiempo que anuncia que tomará las medidas oportunas por ello, que pueden incluir una denuncia ante los juzgados.

Ana Eliza cuenta que el Sala Zaragoza, en la figura de su presidente, Chus Muñoz, le fichó la temporada pasada con un contrato de tres años por el salario mínimo interprofesional, 1.080 euros al mes en 14 pagas. Le trajeron a ella para defender la portería y a su pareja, Petric Carbalho, para ser el preparador de las porteras del equipo. “Petric cobró 200 euros en octubre y yo, 90 euros en septiembre y 700, en mano, en Navidad. Ese fue todo el dinero que vimos en toda la temporada”, relata Ana Eliza.

Ana Eliza, durante un partido.
Ana Eliza, durante un partido.
Heraldo

Habían llegado a Zaragoza sin apenas dinero, y con la promesa de que el club les buscaría un piso para los dos, aunque tendrían que costearse ellos el alquiler. Según explican, cuando llegaron no había ni piso ni sueldo, y el club les ofreció meterse en una habitación con otras jugadoras del equipo. Pasaron las semanas y los meses y, sin ingresos, no tenían para vivir. “Recibimos alguna ayuda de amigos de aquí, de Brasil… Pero no teníamos ni para la comida. Cuando no teníamos, nos hacíamos un té o una infusión por la mañana y con eso iba a entrenar”, asegura Ana Eliza.

La portera prosigue con su relato: “Hubo una semana en la que no tenía para comer y avisé al presidente. Dos días antes de un partido le dije que que solo nos quedaba media bolsa de arroz para los dos. En el entrenamiento, él me dijo que había jugadoras en peores situaciones que la mía. Durante el partido, casi me desmayo, el árbitro tuvo que parar el juego y en el descanso unos familiares fueron a por comida y me la trajeron”, asegura.

La guardameta prosigue su relato y cuenta que las jugadoras se ayudaban “las unas a las otras”, y que cuando una conseguía algo de dinero compraban comida y la compartían. También recibieron ayuda del Banco de Alimentos, de los servicios sociales del Ayuntamiento de Zaragoza y del Centro Social de los Capuchinos. ¿Por qué no denunciaron antes la situación? ¿Por qué no salieron de allí? Ana Eliza explica que las chicas iban “siempre con miedo”, y que aún hoy tienen recelos de contar sus historias. “No me pude ir porque no tenía dinero, no podía comprar un billete para irme a Brasil”, señala.

Ahora, ha empezado una nueva historia en Galicia, donde se aloja temporalmente en casa de un amigo, y espera firmar en breve con un club de Primera División. “Yo tengo objetivos, quiero vivir del fútbol sala, ganar ligas y triunfar, estar entre las mejores jugadoras del mundo. Sigo ilusionada y creo que todo lo malo que te pasa es un aprendizaje que te hace más fuerte en el futuro”, concluye.

El Sala Zaragoza, por su parte, hará público un comunicado en las próximas horas, pero admite que debe dinero a Ana Eliza, aunque las cantidades se van a dilucidar en los juzgados, donde hay interpuesta una denuncia por impago. “Lamentamos profundamente la situación contractual sufrida, pero a nuestro juicio se debe diferenciar la libertad de expresión con la dinámica destructiva en las manifestaciones que no se pueden demostrar”, señalan fuentes del club. El Sala Zaragoza condena “radicalmente” el testimonio de su exportera y asegura que pueden dar fe de “la gratuidad, inexactitud y falsedad de muchas de las declaraciones. A su juicio, solo persiguen “dañar la imagen del Sala Zaragoza y generar inestabilidad en este periodo de fichajes”.

Las citadas fuentes concluyen que el Sala Zaragoza “tomará las medidas correspondientes porque no va a permitir que se estén vertiendo estas acusaciones que no son ciertas”.

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