ciclismo

Miguel Ángel Vidal, el ‘peluquero’ oscense de Luis Ocaña

Fue compañero de equipo del campeón del Tour de 1973, homenajeado este viernes en la ronda gala.

Miguel Ángel Vidal, ciclista oscense que fue compañero de Luis Ocaña en el Fagor.
Miguel Ángel Vidal, ciclista oscense que fue compañero de Luis Ocaña en el Fagor.
Javier Blasco/EFE

En diciembre de 1968, Miguel Ángel Vidal llegó a la concentración del equipo Fagor como un novato más en el pelotón ciclista, una condición de la que no se iba a poder escapar aunque lo que le tocó hacer fue poner en práctica toda su pericia en lo que sí era un verdadero profesional: la peluquería.

Miguel Ángel Vidal (Poleñino, 1945) corrió como ciclista profesional, en la entonces categoría independiente junto a otro aragonés, el zaragozano Antonio Martín, en el equipo de la marca de electrodomésticos donde ya había algunas de las consideradas figuras y otras que estaban en ciernes de serlo como Luis Ocaña, al que el Tour recordó este viernes en la salida de etapa de Mont-de-Marsan por el 50 aniversario de su victoria en la carrera gala, y el recién fallecido Txomin Perurena. Eran tan novatos que en las entrevistas previas al comienzo de la temporada los periódicos catalogaron a Vidal y Martín como 'Los desconocidos de Mondragón'.

Vidal, no obstante, lo tenía claro: "Si todos los ciclistas españoles modestos tuvieran esta oportunidad que nos han dado a nosotros saldrían muchos más corredores profesionales". La primera concentración del equipo fue en el Monasterio de Nuestra Señora de Aránzazu en Oñati (Guipuzcoa) durante dos semanas en el mes de diciembre antes de celebrarse la Navidad. "Allí fuimos sin bicicletas y lo que hacíamos sobre todo era hacer gimnasia y jugar al frontón", explica Miguel Ángel Vidal. "La primera foto como equipo nos la hicimos todos vestidos de traje porque todavía no teníamos las bicicletas", rememora.

En el Fagor estaban los vascos Patxi Gabica, Txomin Perurena, Jesús Aranzabal, José María Errandonea, Ramón Mendiburu y José Antonio Momeñe, que "jugaban a pelota mano", y el resto, Luis Ocaña, Antonio Martín, Mariano Díaz, Joaquín y Manuel Galera, y José Manuel López Rodríguez jugaban con pala. "No estábamos acostumbrados a jugar a mano y aquella pelota tan dura nos la destrozaba, solo jugaban los vascos porque lo hacían siempre", comenta.

En las largas horas de estancia en la concentración una de las primeras cosas que supieron de Vidal sus nuevos compañeros fue que en Tardienta trabajaba de peluquero con su padre. "Alguien dijo de pedirles unas tijeras a los monjes que eran con las que entre ellos se cortaban el pelo". "Yo no me había llevado las mías porque no pensaba utilizarlas y las que nos dejaron no se parecían para nada con las que usaba en Almudévar, y tuve que apañarme con lo que me dejaron: tijeras, navaja y maquinilla", dice.

El corte de pelo que le iban pidiendo sus 'clientes' era "el corte clásico que se llevaba en aquella época", con la nuca muy corta y poco más. "Hasta que le tocó el turno a Ocaña, que ya estaba casado, y me pidió un corte con el pelo un poco más largo por detrás, como el estilo que llevaban los Beatles".

Ocaña, que solo dos años después, en 1971, ya tuvo en sus manos ganar su primer Tour de Francia y reeditar el que había ganado en 1959 Federico Martín Bahamontes hasta que lo ganó ahora hace 50 años en 1973, ya empezó a dejar clara su calidad en el Fagor con el que fue segundo en la Vuelta a España para ganarla en 1970 con el Bic francés.

La personalidad de Ocaña era patente en todo momento y recuerda la anécdota de cuando les fueron a tomar medidas para los trajes y les dijo: "'A mí darme la tela que me lo hará mi sastre". "Lo quería con dos aberturas por detrás y más moderno de lo que lo habían hecho para los demás del equipo. Se notaba que venía de Francia", afirma Vidal.

Sobre su condición de peluquero, Vidal recuerda el comentario que le hizo el veterano José Antonio Momeñe: "Siendo peluquero, ¿para qué te metes a correr? Aquí solo estamos los que no tenemos otra cosa".

"En el equipo Gabica, Perurena y Ocaña ganaban 45.000 pesetas, otros 35.000, pero también estábamos algunos que no cobrábamos nada. Esa era la realidad del ciclismo en aquellos años", apunta.

De Ocaña, al que "los vascos le decían francés", recuerda cómo el ciclista de Priego (Cuenca) pero criado en Mont-de-Marsan se lamentaba: "En España me llaman francés y en Francia me dicen español". Una dualidad de la que casi nunca terminó de desprenderse.

"Tenía un temperamento muy pausado, aunque cuando se cabreaba sobre todo en bicicleta no dejaba títere con cabeza, en esos momentos era absolutamente temperamental", dice Vidal.

También tuvo la experiencia de conocer al Luis Ocaña conductor de coches con el acelerador siempre pisado a fondo. "Volviendo de una carrera en Barcelona, Ocaña cogió el R-8 de Perurena que se quedaba allí y pocos kilómetros después, en Igualada, lo había reventado", asegura.

Vidal conserva como oro en paño la bicicleta con la que fue profesional, aunque el motivo por el que la tiene no es porque la comprara al equipo al acabar la temporada. "A la primera concentración fui con mi bici que había montado y la tenía sin estrenar, una Macario con todo el material Campagnolo. La bici del equipo era una Marotías, que en aquel momento era el Mercedes de las bicis y se quedaron mi bici, supongo que la terminaría despiezando Pedro Matxain (director del equipo) y la vendería en su tienda", comenta.

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