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La lesión que rompe al fútbol femenino
Una de cada cien jugadoras se rompe el ligamento cruzado de la rodilla, un mal que en 2022 vivieron cinco de las veinte nominadas al Balón de Oro.
"Es reciente que las mujeres hayan comenzado a profesionalizarse en el fútbol, y apenas ha habido tiempo para realizar estudios y conocer un poco más el cuerpo de las jugadoras. Está claro que es un cuerpo diferente al de un hombre. Creo que son cosas que hay que mejorar", criticó Alexia Putellas en una entrevista a Fifpro. La dos veces ganadora del Balón de Oro pedía mejoras en las condiciones para reducir las lesiones graves e incidió en la falta de investigación en el cuerpo de la mujer deportista cuando le preguntaron por el talón de Aquiles del fútbol femenino: el ligamento cruzado.
Cinco de las veinte mejores futbolistas del mundo, según el último ranking del Balón de Oro, sufrieron una lesión en el ligamento cruzado anterior de una de sus rodillas en 2022. Un daño que experimentó en sus propias carnes la capitana del Barça, quien regresó a los terrenos de juego a finales de abril tras padecerlo en vísperas de la Eurocopa en julio del pasado año. A estas futbolistas se añade Ada Hegerberg, la mejor de 2018 y quien tuvo un año maldito en 2020, o Lucy Bronze, mejor jugadora del mundo en 2020 y que arrastra continuos problemas de esta lesión tras romperse hace unos años.
"Si lo de las lesiones de las futbolistas pasara con ellos, la reacción sería inmediata", criticó hace unos días Christen Press, dos veces campeona del mundo con Estados Unidos (2015 y 2019), que trata de recuperarse tras sufrir esta lesión para acudir al próximo Mundial femenino.
Diferencias anatómicas
Sin ir más lejos, el pasado año batió los récords del fútbol femenino al contabilizarse más de 60 casos en las ligas europeas, y una veintena de ellos tuvieron lugar en la Liga femenina española. Y no solo es un calvario por el periodo que mantiene inactivo a quien la sufre, entre seis y doce meses de recuperación, sino también por las secuelas que puede producir en el deportista.
"La probabilidad de sufrir esta lesión siendo mujer es 4-6 veces mayor que siendo hombre", apunta un estudio de la UEFA llevado a cabo por Markus Waldén, Jan Ekstrand y Martin Hägglund. Otro estudio realizado por el Instituto Cugat del Hospital Quirón Salud Barcelona, a partir de los datos de la delegación catalana de la Mutualidad de Futbolistas entre 2015 y 2021, determina que las jugadoras se lesionan el ligamento cruzado anterior (LCA) entre 1,5 y tres veces más que los hombres, ya sea con un esguince o una rotura producida durante la práctica deportiva.
La ciencia justifica -más allá del aumento de las licencias provocado por el auge del fútbol femenino en España, así como el aumento de partidos de los últimos años- factores múltiples intrínsecos de la propia lesión, que van desde hipótesis anatómicas y biomecánicas, como el mayor ángulo Q en las féminas, que cuentan también con una notable diferencia anatómica de las piernas y caderas; a los hormonales, en los que hay que tener en cuenta, según los expertos, el impacto que los ciclos menstruales podrían tener sobre la resistencia de los tejidos musculares.
Según algunos estudios el estrógeno limita la producción de colágeno durante varias fases del ciclo menstrual, por lo que disminuye la capacidad de soportar carga del LCA. Esto se resume en que hay más lesiones durante la fase folicular, preovulatoria y ovulatoria.
Todo influye. Los gestos, las posturas, la mecánica del aterrizaje tras un salto, o las variables socioculturales, que según los expertos, también entran en esta ecuación, y pueden ir desde el tipo y la calidad del equipo deportivo utilizado y las condiciones en las que se realiza la actividad, hasta la deficiencia en el diseño histórico de un entrenamiento de fuerza específico para las mujeres debido a una serie de estereotipos establecidos dentro de nuestra sociedad.
Mejor preparación física
Una buena preparación física y técnica es esencial para la prevención de este mal. "Los programas que han mostrado disminuir la frecuencia lesional inciden en el trabajo de la fuerza -sobre todo de los músculos del tren inferior, el control neuromuscular, control motor, core, la propiocepción, el aprendizaje de la técnica de amortiguación (salto, cambios de dirección, etc.), la flexibilidad y el trabajo excéntrico. Sumado a esto están los extras, claro, el calzado que se ajusta al pie femenino, otros tipos de órtesis. Hoy en día la tecnología nos ayuda mucho a sumar 'protección' para el cuerpo de los deportistas», indica Esther Morencos, vicedecana de investigación, innovación e internacionalización de la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid y también preparadora física de la selección femenina de hockey hierba.
En este contexto, la experta apunta a la ausencia de investigación y ciencia en cuanto a la preparación física de las mujeres para evitar este tipo de infortunios. Del mismo modo, aunque la mayoría de estudios inciden en la anatomía específica de la mujer y las hormonas, los expertos investigan también factores extrínsecos desde una perspectiva de género. "Este puede influir en algunos factores como la falta de acceso de las mujeres a equipos deportivos con las estructuras más adecuadas en recursos, la falta de oportunidades para el entrenamiento y la competencia, o las diferencias en las expectativas y las presiones sociales", reflexiona Manuel Jiménez López, doctor en fisiología humana y de la actividad física y el deporte de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR).
En referencia a estos factores, el doctor Juan Carlos Ferragut, jefe de la Unidad de Cirugía Ortopédica y Traumatología de IMED Levante, ahonda en que este tipo de lesión "se observa cada vez antes en deportistas jóvenes que se imponen un alto nivel de autoexigencia desde categorías inferiores". "En muchos casos el nivel y exigencia de los entrenamientos no está acorde a la edad de las chicas", advierte.
