baloncesto

Luis Estiragués: "El deporte saca lo mejor de cada uno, te socializa"

Exjugador de élite de baloncesto. Expresidente. Premio Toño Riva de la Federación Aragonesa de Baloncesto.

Estiragués, marcado de cerca por su sombra.
Estiragués, marcado de cerca por su sombra.
Guillermo Mestre

Luis Estiragués acaba de ser reconocido por la Federación Aragonesa de Baloncesto con el Premio Toño Riva por su labor directiva.

Una primera impresión…

Por supuesto, lo primero que tengo que decir es gracias.

Una segunda impresión…

Me hace ilusión por todo. Por que lleve el nombre de Toño Riva también: era vicepresidente del Peñas de Huesca cuando vinieron a Zaragoza a ficharme como jugador. También valoro muchísimo que me lo den después de que hace 14 años dejara de ser presidente del Mann Filter femenino. Reciente, todo es más fácil.

Curioso que distingan como directivo a un gran exjugador…

También estuve ocho años al frente del club. Y la Federación Aragonesa opina que lo hice bien (sonríe). Antes fui jugador.

Y de los buenos.

Comencé en Agustinos con José Luis Oliete padre. Mi padre, José Estiragués, había jugado a fútbol en el Real Zaragoza. Le llamaban el Sordo.

¿Por qué?

Porque pegaba a lo sordo.

A veces viene bien no oír.

Eso lo valoras con la edad.

Ya sabe, la juventud es un pecado que se cura con el tiempo.

¡Ja, ja, ja! Eso es cierto. Yo ya era muy alto de chaval y comencé a jugar a baloncesto. De Agustinos, pase al Helios con 17 años. Medía 1,97 metros y jugaba de pívot. Teníamos un buen equipo. Hasta un americano y todo, Williams. Fernando Arcega era muy joven. Ascendimos con Alocén, Quino Salvo… Un equipazo. Pero yo estaba haciendo la mili y no tenía la dedicación necesaria. Entonces, vinieron de Huesca a ficharme.

Pasó a ser la estrella del Peñas.

Estuve seis años allí. Saltamos de Segunda Nacional a la ACB. Recuerdo el ascenso, el primer año en ACB, con Freeman y Wright. Hice una gran amistad con Alocén, que aún perdura. Vivía en Zaragoza y bajábamos todos los días juntos. Aún tenemos grandes amistades allí. Por cierto, el sábado nos reuniremos en Huesca. Vendrá hasta Brian Jackson.

Dicen que usted es ejemplo de saber retirarse a tiempo.

Eso es una victoria… Teníamos una empresa familiar textil. Luego, me he dedicado a la hostelería.

¿Y lo de meterse directivo?

El Olivar femenino ascendió a la élite, pero renunció. El equipo se fue a Helios y volvió a ascender. Fernando Fabra, vicepresidente de Helios, me dijo que era una pena, que había que hacer algo.

Y lo hizo.

Sí. Estuve como presidente desde 2000 a 2008. Nuestro proyecto era pequeñito. Afortunadamente, ahora el equipo femenino cuenta con el respaldo de Casademont. Tienen un buen proyecto. Lo están haciendo bien.

Ahora está volcado con Carlos Alocén.

Es hijo de uno de mis mejores amigos. Le he visto crecer. Tiene talento y una capacidad de trabajo extraordinaria. Ahora está conociendo la parte amarga del deporte (se encuentra en proceso de recuperación de una lesión). Seguro que sale y triunfa en el Real Madrid y en la selección española.

Me gusta su visión del deporte.

El deporte, el baloncesto, me hizo entender la vida de forma diferente. Es un juego de equipo. Prima el colectivo sobre el individuo. Desaparece el egoísmo, prima el esfuerzo común. El deporte saca lo mejor de cada uno, te socializa.

¿En la élite también?

Por supuesto. Además, en la élite pasas de estar arriba a estar abajo. Te das cuenta de que la fama es efímera. Te ayuda mucho para la vida real, para la verdadera vida. Además, he hecho grandes amigos en la pista.

¿Las leyendas que se juntan a cenar cada mes?

Sí. De lujo: los Arcegas, Paco Zapata, Alocén, Candeal, Pipo, Ortillés… ¡Hasta Andoni Cedrún!

¡Qué grandísima persona, Andoni Cedrún!

Pero bien grande (sonríe, de nuevo). Después de jugar al fútbol, pasó a jugar al baloncesto en el Plástiz. Y no lo hacía nada mal...

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión