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La romería a la cima de la Gran Facha cumple ochenta años

Españoles y franceses volvieron a ascender al pico de 3.005 metros en una actividad con la que se exaltan los valores montañeros.

Eucaristía en la cima de la Gran Facha.
Eucaristía en la cima de la Gran Facha.
Chema Tapia

Como viene siendo tradición y haciéndolo coincidir con la festividad de Nuestra Señora de las Nieves, el pasado viernes, 5 de agosto, se celebró la 80ª edición de la romería a la Gran Facha organizada por la Asociación Amigos de la Facha. Se trata de una ascensión a un pico de 3.005 metros cuyos orígenes se remontan a 1941 y en la que se unen españoles y franceses en un acto de exaltación de los valores montañeros.

Todo comenzó a raíz de un accidente sufrido en octubre de 1941. Tras haber llegado con éxito a la cima fronteriza entre Aragón y Francia, Maïte Chevalier, que se encontraba acompañada por su marido, su hermano M. Doubliez, y el diácono Vincent Betty, sufrió un accidente en el que se precipitó por una placa de nieve dura resbalando y deteniéndose al borde del precipicio. Su salvación de lo que parecía una muerte segura fue atribuida a Nuestra Señora de Lourdes, por la que sentían una profunda devoción. Desde entonces, tomaron la firme decisión de subir una imagen de la virgen y celebrarlo cada año. Fue ya en 1965 cuando se cambió la fecha de la romería para hacerla coincidir con la de Nuestra Señora de las Nieves.

Desde entonces han sido numerosos los montañeros de un lado y otro de la frontera que han mantenido viva la tradición. Ésta consiste en reunirse en el cuello de la Facha para continuar hasta la cima. El viernes todo se pudo realizar con normalidad, con la excepción de que el refugio de Wallon-Marcadau no tenía lista su apertura tras las obras a las que ha sido sometido en los últimos meses. A las 9.00 los participantes se citaron en el collado, donde fueron bendecidos los materiales que iban a ser empleados en la ascensión. Después, se subió por la arista norte de la montaña hasta hollarla pasando por la punta Legardére, denominada así en memoria de Francis Legardére, héroe de la resistencia francesa.

Una vez ya en la cima, se realizó el acto con el que se destacan a los que han completado su primer ‘tresmil’. Tras la eucaristia, se tuvo un recuerdo para los fallecidos en la montaña.

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