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Demetrio Lozano: "El deporte me ha enseñado a pelear todos los días"

El exinternacional de balonmano es ahora profesor de la Universidad San Jorge.

Demetrio Lozano, un pilar unido a una pelota de balonmano.
Demetrio Lozano, un pilar unido a una pelota de balonmano.
José Miguel Marco

Cuatro Juegos, tres medallas olímpicas, campeón del mundo de balonmano, 223 veces internacional… ¿Los alumnos de la Universidad San Jorge saben quién es su profesor en el Grado de Actividad Física y Deporte (CCAFD)?

Eso se lo tendría que preguntar a ellos...

¿Dónde inició este itinerario sin parangón en el deporte?

Mi familia es de Casas Bajas, un pueblecito de Valencia en el Rincón del Ademuz, muy cerquita de Teruel. Mis padres emigraron a Madrid. Mi padre trabajaba en la Pegaso. Soy el segundo de cuatro hermanos. Me gustaba mucho el deporte. Jugaba a fútbol sala, hacía atletismo, judo… Hasta que probé con el balonmano.

Menudo cuerpo tiene usted para jugar al balonmano…

Tenía solo nueve años. Comencé a jugar en un pabellón que ahora lleva mi nombre.

Profeta en su tierra, sí señor.

Me siento querido allá donde he ido. También en mis orígenes, en Alcalá de Henares.

¿Cuándo vio que podría ser algo importante en el balonmano?

Siendo cadete, me citaron a una concentración del equipo nacional. Luego, Manolo Laguna me hizo debutar con solo 18 años en la Liga Asobal. No me metió prisa, me enseñó todo lo que sé.

¡Qué grande, Manolo Laguna!

De ahí marché al Ademar León, con Manolo Cadenas. Allí trabajamos a lo bestia. Con Cadenas, o te haces un gran jugador o dejas el balonmano, así de claro.

Y se hizo un gran jugador…

Me fichó el Barça de Valero Rivera para el ‘Dream Team’.

Allí coincidió con Iñaki Urdangarín. ¿Qué tal con él?

Impresionante como jugador y como persona. Del Barça me fui al Kiel alemán, donde jugué con Wislander, Olsson, Lövgren…

Con los mitos de la mejor selección de la Suecia hegemónica.

Fue una gozada. Regresé a España para jugar en el Portland San Antonio de Pamplona con Ivano Balic. Y de ahí, al Barça de nuevo, ahora con Cadenas. En todo este tiempo, tres medallas olímpicas (Atlanta, Sídney y Pekín) y un Campeonato del Mundo.

Esto es una barbaridad, Deme.

Esto es deporte, Raúl.

Y del Barça, al CAI Aragón. ¿Por qué vino a Zaragoza cuando le quería toda España?

Me quiso el Ademar, pero le había dado la palabra a Óscar Mainer.

¿Qué tal por Zaragoza?

Momentos muy buenos y también momentos de dolor.

Vamos con lo bueno primero.

Me casé con una zaragozana, Blanca, y sigo viviendo aquí. Durante mi carrera deportiva, procuré estudiar. Soy doctor en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (CCAFD) y trabajo en la Universidad San Jorge.

También hubo momentos duros.

Sí. Vi desaparecer el club, algo durísimo. Antes había fallecido Óscar Mainer, que fue la persona que me trajo a Zaragoza y a la que querré siempre. También falleció Eduardo Acón, presidente del club. Era un valiente, Eduardo.

No siga por ahí, que me voy a emocionar. Grandes, muy grandes, Mainer y Acón.

No los olvidaré jamás.

Recuerdo que hace unos años en Minsk (Bielorrusia), a 26 grados bajo cero, me dijo que su sueño era ser el seleccionador de España. ¿Sigue en pie ese sueño?

Veo que no se le congeló la memoria... (sonríe).

No, pero casi. ¡No pasamos frío ni nada allí...!

Muchísimo frío. Yo no he abandonado ni abandonaré el balonmano. El deporte me ha enseñado a pelear todos los días.

¿Y sigue peleando?

Claro. Ahora mismo me centro en la investigación en la Universidad San Jorge en el Grupo Valora. Soy director de la tesis de Jaime Tuquet sobre el lanzamiento en balonmano. También colaboran los profesores Diego Jaén Carrillo, Elena Mainer-Pardos y Toño Cartón.

Toño Cartón podría dar un clínic de lanzamiento con rosca…

De todo hay. Ya se lo contaré cuando se presente la tesis.

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