Ecos de la Supercopa

Luis Suárez, en el partido de la Supercopa de España contra el Atlético de Madrid en Arabia.
Luis Suárez, en el partido de la Supercopa de España contra el Atlético de Madrid en Arabia.
Sergio Pérez/Reuters

La crisis de entrenador del Fútbol Club Barcelona, inestabilidad que venía de atrás, y cuya gestión ha sido un horror por parte de la directiva culé, ha sido y está siendo el último eco de la Supercopa de España. Antes de llegar a este punto, se colaron unos cuantos debates en torno a esta competición : el vestido estampado que lució Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, en la entrega de premios; la ausencia de velo de la misma en su porte; la conveniencia, o no, de jugar en Arabia Saudí, donde los derechos individuales (sobre todo de la mujer) tienen un largo recorrido que efectuar; el afán mercantilista de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF); o los inconvenientes generados en el calendario doméstico, habida cuenta de que ha habido que desplazar una jornada de liga regular a días de labor, como es el caso de hoy. Por supuesto, ninguno de estos debates se ha cerrado en modo alguno. Faltaría más. Pero habrá que convenir en algo: la RFEF, que preside Luis Rubiales, ha conseguido resucitar una competición que iba camino de la insignificancia y que apenas decía nada como primer título del año o de la temporada. No sólo la ha revivido, sino que ha pasado a tener un impacto mediático de primer nivel, ocupando portadas nacionales y llevando al fútbol español y, por consiguiente, a la marca España a un espacio que se pensaba que sólo era patrimonio de la LFP. Hubo años en los que ni se jugó la Supercopa, afectando una de estas lamentables lagunas al Real Zaragoza, que era campeón de Copa

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