Todavía cogidos con pinzas

Real Zaragoza
Aured, Lapetra y García Lapuente, en la Junta General celebrada en la mañana de este martes.
Guillermo Mestre

De entre los distintos pasajes de la comparecencia pública de ayer de Christian Lapetra, presidente del Real Zaragoza, quizá merezca la pena detenerse en aquel en el que afirma que "el club sigue cogido con alfileres". Refiere esta condición precaria a la situación económica de la sociedad anónima deportiva, que sigue acusando el considerable peso de la deuda heredada (del ‘agapitismo’ y de tiempos anteriores) y la larga travesía por el desierto casi inacabable de la Segunda.

Dicho en román paladino: el Real Zaragoza sobrevive. Va tirando. No muere. Pero tampoco acaba de respirar con alivio. Justamente va haciendo frente a sus obligaciones, a las del presente y a aquellas que derivan del convenio singular firmado con Hacienda y del concurso de acreedores.

En verdad, su mecanismo de supervivencia descansa en los ingresos atípicos, en las entradas extraordinarias de dinero en caja, sobre todo a través de la venta de los futbolistas que van despuntando y a los que se les va adivinando algún futuro más o menos prometedor.

Otra cosa sería si el club consiguiera desembarazarse de la Segunda y alumbrar un momento en Primera. Sólo un momento. Con eso bastaría. Cambiaría por completo el escenario económico-financiero.

El valor de sus derechos de televisión en Primera (hasta ahora una expectativa) no sólo no baja, sino que continúa subiendo.

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