Pablo Gállego Lardiés: "En Nicaragua he crecido en lo deportivo y más en lo personal"

Desde que salió de España: fútbol griego y nicaragüense.

En la primera vuelta de la temporada 2013-14 debuté en el Huesca con Pablo Alfaro; en la segunda me fui al Sariñena y desde entonces se han dado muchos giros (Cáceres, Asturias, Larisa de Grecia). Llegar al club más grande de Nicaragua (Real Estelí) me ha enseñado muchas cosas. Me ha servido para crecer en lo deportivo y más en lo personal.

Imagino que tiene sus diferencias vivir en la Europa convencional respecto a vivir en Nicaragua.

Vivir en Nicaragua te ayuda a sentirte más afortunado y feliz con tu día a día. Sales a pasear de camino al entrenamiento y ves cómo gente que tiene muy poco y se pasa todo el día trabajando te saluda y te pone siempre buena cara. Eso te hace replantearte muchas cosas. Es lo que he sentido yo.

Como parte destacada de un equipo de referencia y, por tanto, rostro conocido, ¿qué mensajes recibía por la calle?

Me llamaban el español, el blanquito, y me animaban para el fin de semana, para que marcara gol; todo siempre con mucho afecto y respeto. Me causó un gran impacto que produjéramos de forma directa felicidad en personas que viven con tan poco. Por eso, uno se siente muy identificado cuando llega a un club y un país así.

¿Cómo es Nicaragua?

Las experiencias más fuertes las viví a pie de calle. Siempre cuento la historia de un niño de 12 años que vende palomitas por el día y por la tarde va al colegio. Otro compañero y yo le cogimos mucho cariño. Hubo unas revueltas y estábamos muy preocupados por él; iba con un mortero y encapuchado y lo podían haber matado. Ahí estaban enfrentados con el gobierno. Luego le preguntamos: "¿Pero no sabes que te van a matar?". Con la edad que tiene nos respondió: "Nacemos para morir". Después lo invitamos a cenar y también lo llevamos al cine… Ya cuando perdimos la final, que salía casi llorando, él saltó al campo a consolarme. En la despedida fue al revés, y ese chico que siempre se las daba de duro terminó llorando.

Qué historia tan bonita.

Pese a ver cosas que no son normales para su edad, al final son niños que necesitan apoyo. En Nicaragua se está implementando bastante la educación y confío en que seguirá progresando. Es un país que tiene mucha fuerza, lleno de buenas personas y bellos paisajes. Deseo que su situación cambie.

El fútbol en Latinoamérica, ¿se vive con tanta pasión?

Sí. Es una locura, sobre todo en las rondas finales. En las semifinales hasta hubo un altercado. A veces los sentimientos se exacerban demasiado.

¿El Real Estelí es como el Real Madrid o el Barça en España?

Desde que se fundó en 1961 tiene 28 campeonatos. Ha tenido la hegemonía. Este año, por desgracia, en la final me anularon un gol creo que legal; en el minuto 62 metí otro y cuando estábamos todos defendiendo, con uno menos (2-1 en la ida), nos empataron en el 95.

Vaya faena.

En la liga regular al Diriangén le habíamos sacado 13 puntos. Pero el fútbol es así. Al final nos quitaron un título que merecíamos.

Cerca estuvo de ser el gran héroe.

Las cosas no se dieron, pero me quedo con que la afición me felicitó mucho. En las redes sociales piden mi renovación. Y en el periódico. Yo en el Real Estelí he sido como el Chimy Ávila en el Huesca, un jugador que se deja la piel. Porque allí la idea general que tienen de los extranjeros es que van, cobran mucho y se marchan.

Y vuelve a Huesca y está usted en una ciudad de Primera.

Fue increíble, una alegría ver a una ciudad unida por el fútbol. Jamás en la historia del club había ocurrido algo así. Yo veía al Huesca en Tercera con 5 años, y mi hermano tenía 7; lo he visto en Segunda B en otra época y ahora esto me hace gran ilusión. Me ha gustado mucho que esta temporada la afición se ha identificado con los jugadores, como aquel ascenso a Segunda con Roberto, Rodri, Lalo...