Antonio Piñero: "Cuando abrí el gimnasio en Zaragoza me decían que si estaba loco"

Todavía muchos recuerdan su popularidad en Zaragoza y su manera de transmitir las artes marciales. Karate Kan cumple 50 años y su fundador, ya jubilado, se dedica a impartir clases de kárate por todo el mundo.

Antonio Piñero con el certificado de noveno Dan en Polonia.
Antonio Piñero: "Cuando abrí el gimnasio en Zaragoza me decían que si estaba loco"

Antonio Piñero, zaragozano, con catorce años se marcha a estudiar a Londres y empieza a aprender inglés y kárate. Vuelve a España para cumplir el servicio militar y a los pocos años crea Karate Kan, uno de los primeros gimnasios dedicados a las artes marciales en Zaragoza.

Compitió con el equipo nacional de y presume de no haber sufrido ninguna derrota en esa etapa. Publicó tres libros sobre kárate. Todavía muchos recuerdan su popularidad en la ciudad y su manera de transmitir las artes marciales. Por su tatami han pasado políticos, abogados, doctores, futbolistas... Hoy en día es presidente de la federación mundial de Kyokushin. A sus 73 años, este zaragozano va por todo el mundo impartiendo clases: desde Australia a Costa Rica, pasando por Madagascar.

Después de conocer su trayectoria, ¿todavía le queda algo que aprender de las artes marciales?

Nunca he dejado de ser alumno. Ahora que voy por todo el mundo, mis propios alumnos me enseñan. Si existe eso de «ya he aprendido todo», a mí no me ha llegado todavía.

Toda una vida entrenando y ahora está jubilado, ¿aguanta el ritmo de las clases?

Nunca pienso en la edad, mientras pueda hacer los ejercicios, los seguiré haciendo. Mente y cuerpo van unidos, tiene que haber un equilibrio total. Cuando eres joven no piensas en esto. Es cierto que la genética también influye y a partir de cierta edad te das cuenta de que has tenido suerte.

¿Qué ha cambiado en estos 50 años, desde que creó el club?

Ahora parece que la gente no está preparada para vivir en la adversidad. Todo tiene que venir fácil, nadie quiere hacer ningún tipo de esfuerzo. Las artes marciales son buenas para educar esa carencia. Hay que inculcar desde el primer momento el esfuerzo, el sacrificio, la perseverancia y nunca, nunca rendirse.

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