Invierno con sabor olímpico aragonés

El ribagorzano Martí Vigo es el último deportista que se incorpora al grupo de leyendas de la Comunidad que han competido en unos Juegos.

ESQUÍ NÓRDICO Martí Vigo. El esquiador de fondo ribargozano (20 años) representará a Aragón en Pieonchang en la que constituirá su primera participación en unos Juegos Olímpicos.
ESQUÍ NÓRDICO Martí Vigo. El esquiador de fondo ribargozano (20 años) representará a Aragón en Pieonchang en la que constituirá su primera participación en unos Juegos Olímpicos.

Pocas comunidades pueden presumir de haber tenido a deportistas de tan alto nivel en los deportes de invierno. Y Aragón saca pecho. Los Juegos Olímpicos, que cada cuatro años se celebran en la estación más fría, han llenado de ilusión a trece deportistas de la tierra, que han llevado con orgullo la bandera de la Comunidad. El último en incorporarse a la lista de leyendas que se han deslizado por el manto blando es el ribagorzano Martí Vigo del Arco, que el pasado miércoles conoció que forma parte de la selección española para la cita de Pieonchang (Corea del Sur), que se celebrará del 9 al 25 de febrero.

Al sallentino Luciano del Cacho le correspondió vivir una época muy meritoria para el esquí nacional, y tuvo el honor de ser el primer olímpico aragonés en deportes de invierno. Demostró su valentía y su arrojo en el descenso de los Juegos de Grenoble en 1968, finalizando en el puesto 39.

A Del Cacho le sucedió otro sallentino, Jorge Pérez, que doce años más tarde llevó a Aragón a un puesto de privilegio en Estados Unidos. En la estación de Lake Placid consiguió el mejor puesto olímpico, el decimocuarto en el eslalon gigante. El tensino repitió experiencia olímpica en Sarajevo 1984, entrando en el ‘top 20’ en su prueba favorita.

En Lake Placid compitió otro aragonés, era el esquiador de fondo Emiliano Morlans. En pleno dominio dentro y fuera de la pista de la familia Fernández Ochoa, el panticuto se estrenó en una disciplina tan técnica como es el esquí de fondo. Corrió los 15 y 30 kilómetros estilo libre, terminando en la posición 49 y 53, respectivamente.

Monzón se elevó a los titulares en Calgary 1988, Albertville 1992 y Lillehammer 1994. Fueron los juegos de los hermanos Delfín y Ricardo Campo y de Vicente Tomás. Delfín participó en la ciudad canadiense en el eslalon gigante, terminando 39º, siendo descalificado en el supergigante y en el eslalon. Cuatro años más tarde, en los Alpes franceses debutó Ricardo, presente en las pruebas de descenso, supergigante y eslalon, firmando su mejor actuación en la final de la combinada (23º). Y también acompañó a Ricardo Campo en Albertville Vicente Tomás, que disputó el gigante (27º) y el supergigante (38º). El montisonense cerró su ciclo olímpico en Lillehammer, siento el único aragonés en el certamen del 94: fue vigésimo en el eslalon, 28º en la combinada y 39º en el supergigante.

Los tres Juegos de Diego Ruiz

Tuvo que llegar Nagano 1998 para ver a la primera esquiadora aragonesa en unos Juegos. La jaquesa Ana Galindo ha sido la más internacional. Presente en cinco Mundiales, la gran oportunidad de besar el Olimpo llegó en Japón. Estaba para medalla, entrenaba al nivel de las favoritas o incluso mejor. Las sensaciones eran estupendas, pero los nervios y la falta de fortuna le pasaron factura: se salió en la quinta puerta en la final del gigante, su prueba favorita. Su segunda comparecencia olímpica fue en Salt Lake City 2002 (24ª). Fue el pórtico de salida de una trayectoria sobresaliente.

También en Japón debutó otro nombre ilustre el esquí aragonés, el jaqués Diego Ruiz, el deportista de la Comunidad con más Juegos de Invierno. El guardia civil era una joven promesa del fondo y en Nagano corrió los 10 y 15 kilómetros estilo libre. Una decisión del Consejo Superior de Deportes le impidió estar en los siguientes de Salt Lake City. Regresó ocho años después a Turín, donde firmó su mejor resultado en su especialidad de esquí nórdico (23º en 50 km estilo clásico). El altoaragonés redondeó su currículum deportivo con una tercera cita olímpica, la de Vancouver 2010.

También en este último evento en la localidad canadiense acudió con España Rocío Delgado. Nacida en Huesca, marchó de joven a Granada, donde se formó. Siempre ha mantenido vinculación con su tierra de nacimiento, ya que trabajó como monitora de esquí en Astún y de esquí adaptado en Cerler. Chío, como la conocían sus amigos, se estrenó como olímpica en la que entonces fue nueva disciplina, el skicross, donde acabó eliminada en octavos.

Dos esquiadoras sucedieron a Ana Galindo en Turín 2006. Eran Andrea Casasnovas, de Canfranc y la panticuta Leyre Morlans, que heredó el espíritu de su padre, el fondista Emiliano Morlans. Ambas tenían 18 años: Andrea fue 38ª en el descenso y Leyre acabó 49ª en el supergigante.

El invierno con sabor olímpico aragonés siguió en Sochi 2014 con Víctor Lobo. El deportista del Stadium Casablanca, que construyó un enorme palmarés en la disciplina de triatlón de invierno, se empeñó en ser olímpico. Y en cuatro años –y con una formación totalmente ‘amateur’– logró dominar la técnica del esquí de fondo y el arte del disparo con carabina para sacar el billete hacia Rusia en la modalidad de biatlón. Corrió las finales de 20 km individual (72º) y velocidad 10 km (84º).

El testigo de Víctor Lobo lo ha recogido el fondista Martí Vigo, quien, con 20 años, cumple su sueño de participar en unos Juegos Olímpicos. Pieonchang espera al corredor de la Agrupación Deportiva Hospital de Benasque.

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