Cecilia Buil, a una escalada de hacer historia

La aragonesa está a una cima de ser la primera en abrir una nueva ruta en una cascada de hielo en todos los continentes. Los Alpes o Noruega serán su última estación tras triunfar en Chile, Turquía, Sudáfrica, Nueva Zelanda y Canadá.

Espectacular imagen de Cecilia Buil en plena escalada sobre hielo en la vía bautizada como 'The Lynx', en Canadá.
Cecilia Buil, a una escalada de hacer historia
Cecilia Buil/Jon Walsh

Cecilia Buil es una mujer que no conoce límites. La montañera oscense está a punto de completar un reto mayúsculo, a la altura de muchas de las grandes gestas del deporte aragonés. Cecilia se encuentra a solo una escalada de completar el proyecto ‘Huellas on ice’, que nació en 2014 con el ambicioso reto de escalar una nueva ruta en las cascadas de hielo de cada uno de los continentes del mundo. Sería la primera montañera de la historia en conseguirlo. Palabras mayores. Su reto empezó e n Chile, para seguir en Turquía, Sudáfrica, Nueva Zelanda y Canadá. Al buscar rutas de hielo estacional, el que se forma cada invierno, la Antártida no es parte del reto. A la primera vía, de 160 metros, la bautizó como ‘La Gioconda’ y está ubicada en el valle chileno del Marmolejo, a 4.100 metros de altitud y accesible tras 9 horas de aproximación con esquís. "Nos costó tres intentos porque cuando le daba el sol por la mañana, empezaba a derretirse el hielo y caían piedras de una pared que hay encima", recuerda.

Para los no iniciados en la materia, lo que hace Cecilia consiste, ni más ni menos, en "escalar en hielo por un sitio por el que no ha pasado antes nadie", lo que implica "un desconocimiento absoluto de la dificultad o la longitud" del terreno a explorar. "Es muy emocionante. Me encanta viajar y es un modo de compatibilizar ambas aficiones", relata Cecilia, que a sus 44 años es una de las escaladoras más reconocidas del país. De hecho, es una de las pocas que puede considerarse una profesional de la escalada.

Después de ‘La Gioconda’, en Chile, llegó ‘Ana to Lia’, en la parte asiática de Turquía. "Es de lo más bonito que he escalado en hielo. Es preciosa, con una pared muy vertical de cien metros rodeada de roca", subraya. ‘Ana to Lia’ es la unión de su propio nombre y el de Anna Torretta, una amiga italiana con la que Cecilia comparte aventuras de montaña.

La aragonesa y la italiana fueron invitadas en 2015 al Festival Internacional de Escalada en Hielo de Erurzun, programado en el valle turco de Cevizli. Allí se reunieron con un grupo de 60 expertos en montaña, entre los que se encontraba el ochomilista turco Tunc Findic. Fue precisamente Findic el que acompañó a Cecilia y a Anna en su apertura de vía. "Estaba bien formada, con suficiente grosor, y no dudamos a la hora de ponernos al lío", explica. La italiana hizo el primer largo (45 metros) e instaló una reunión semicolgada, mientras que la altoaragonesa abrió el segundo tramo (55 metros). "Los dos tienen una dificultad muy homogénea y resultaron ser fantásticos", asegura. Al día siguiente, se desplazan hasta el valle de Kirazli, donde abrieron una segunda vía a la que bautizaron como ‘Sugar Couloir’, de 450 metros.

El éxito africano

Después de Turquía, llegó el éxito más inesperado, quizá el más complejo por sus condiciones y su ubicación: Sudáfrica. "Nadie se creía que íbamos a escalar hielo vertical allí, pero es el único país de África donde se pueden encontrar cascadas congeladas", destaca. "Cuando explicábamos para qué habíamos llegado al país, la gente de allí no se lo creía", recuerda. Cecilia era consciente de que no iba a encontrar mucho hielo sobre el que trepar, pero "el exotismo y la belleza del lugar bien valían la pena" para la montañera oscense, que se reconoce tan escaladora como viajera.

En este caso tuvo que hacer muchísimo trabajo previo de investigación "porque hay muy poca información de escalada en hielo en África". A la corta temporada de hielo en el país sudafricano –que va desde el 15 de julio hasta la primera semana de agosto– se sumaba el incremento de las temperaturas, consecuencia del calentamiento global. "De todas maneras, habíamos venido a escalar, así que nos metimos en una zona con cascadas más pequeñas", donde Cecilia abrió, según admite con humildad, una ruta de 30 metros sin demasiada trascendencia. Su nombre: ‘Zulu Way’. "Las difíciles condiciones hacen que haya mucho terreno por explorar para la escalada en hielo. Diría que somos los primeros extranjeros en ir allí con este objetivo", subraya. Su tercera estación, quizá la más compleja, ya estaba cubierta.

Nueva Zelanda, la más difícil

La altoaragonesa sumó su cuarta vía en Nueva Zelanda, esta vez acompañada por la alpinista mexicana Ixchel Foord. "Fue quizá el sitio más difícil de todos porque, a pesar de que es un país con glaciares y con mucho alpinismo, tuvimos un tiempo muy malo con muchos días de lluvia y calor. Los primeros 15 días paseamos el material por seis valles diferentes hasta que decidimos coger un helicóptero y subir al glaciar más elevado del monte Cook –el más alto del país con 3.724 metros–. Allí tuvimos solo un día de buen tiempo y aprovechamos la última oportunidad". La recompensa fue la ‘Haka Dance’, una vía de 180 metros.

Su última ascensión fue en Canadá, en una zona muy emblemática para los montañeros: el Upper Weeping Wall. "Como presagio de un día magnífico vimos a un lince en la carretera, un suceso muy extraño y afortunado", rememora. "Dejamos el coche a -25°C y volvimos al parking de noche, a -14°C, felices, después de estrenar una línea en la parte alta de Weeping, a la que llamamos ‘The Lynx’ (130 metros) por la belleza y la rareza que representa este animal", afirma. Para abrir la vía, recuerda, primero escalaron "un muro de hielo de 200 metros" y después recorrieron "un bosque colgado en una campa de nieve profunda".

Su próximo reto, con el que completaría el histórico proyecto de ‘Huellas on ice’, es abrir una nueva ruta en Europa, y su intención es rematar el proyecto este invierno en Los Alpes o en Noruega, dependiendo de las condiciones climatológicas y del terreno. "Hasta el último momento no sabré qué zona es la más adecuada. Con el hielo nunca se sabe, hay que estar pendiente y esperando la mejor oportunidad", relata la oscense, que tiene programada su última escalada del proyecto en febrero. Para entonces, espera que su hombro haya mejorado, ya que arrastra una lesión desde hace unos meses que condiciona su preparación a medio plazo. Pese a todo, dice que estará preparada cuando llegue el momento.

Vivir de la escalada

Cecilia resume ‘Huellas on ice’ como "una manera de explorar en el siglo XXI, ahora que ya está todo descubierto en este planeta". Habitualmente, cuenta con el apoyo de otros colegas escaladores y de los montañeros autóctonos que mejor conocen el terreno. "Sin la ayuda de los expertos locales, sería imposible", admite. Además, recibe el apoyo de diferentes patrocinadores (Boreal, Cébé, Patagonia, Petzl, Saint Lary-Altiservice y Huesca La Magia) sin los que sería "inviable" llevar a cabo sus proyectos.

La altoaragonesa es una de las pocas privilegiadas que puede vivir de la montaña, aunque lo hace de forma "muy austera". "La escalada me permite vivir, pero no ahorrar. Todos los gastos que tengo en el día a día son para la montaña", explica. "Para vivir de la montaña hay que ser austero. Los ingresos son muy pequeños", subraya. Cecilia, entre otras muchas cosas, es también guía de montaña, siempre vinculada a Bielsa, donde reside desde hace varios años. "Mi relación con la naturaleza es algo prácticamente innato. Estar en la montaña me ayuda a afrontar después problemas y situaciones de la vida cotidiana", señala. Cecilia prepara una escalada con la que escribir su nombre en los libros de historia del deporte.

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