Esther Briz: "Estoy soñando con los ojos abiertos"

La remera del Centro Natación Helios tocó el cielo el pasado domingo en Trakai (Lituania), donde sufrió y lloró para lograr el título mundial júnior en scull individual.

La remera Esther Briz, exultante, ayer en la ribera del río Ebro.
La remera Esther Briz, exultante, ayer en la ribera del río Ebro.
Toni Galán

La zaragozana Esther Briz acaricia con mimo la pequeña medalla que cuelga del cuello. "No es la forma ni el tamaño, lo que cuenta es lo que vale", dice. Su peso en oro. Un enorme oro mundial con el que se ha hecho un hueco en la historia del deporte nacional y aragonés. La remera del Centro Natación Helios logró la primera corona mundial júnior femenina en scull individual en esta disciplina. Una gesta magnífica. Esther, ya en casa, a la orilla de su querido río Ebro, sigue "en una nube". Su próximo reto: unas merecidas vacaciones.

No se le va la sonrisa del rostro...

Es que aún no he terminado de asimilar lo que he hecho. Es increíble. Estoy muy orgullosa de esta medalla de oro.

¿Cómo describe la película de la final mundialista?

Antes de la regata estaba muy muy nerviosa. Los mensajes de apoyo de amigos y familiares, de compañeros del club y de la selección, de los entrenadores, me ayudaron mucho. Me hicieron coger confianza en mis posibilidades y tener muy presente qué había ido a hacer. Asumir que había que luchar al máximo por el reto marcado.

¿Cómo recuerda la regata?

Muy dura. Con diferencia la regata más dura de mi vida, pero a la vez la mejor. Ahí está el resultado, un título mundial.

Los 2.000 metros de la prueba se le hicieron…

Eternísimos, sobre todo los últimos trescientos metros. Lo único que quería era llegar a la línea de meta y que se acabara todo. Sabía que mi familia me estaba animando con sus gritos. Pero es que yo no oía nada. Y en el podio, la verdad, no me enteré de mucho. Estaba destrozada por el esfuerzo.

¿Cuál ha sido la clave de este tremendo éxito? Con 17 años era la remera más joven de la final.

El apoyo de un montón personas que confían en mí, que me ayudan a trabajar y a seguir creciendo. Y luego está el esfuerzo y superación del día a día. Físicamente he mejorado bastante, y psicológicamente soy muy fuerte. Hay veces que cuesta, pero ahí está la cabeza para centrarte. Soñar también es lo que te hace seguir adelante; llegar a la meta, explotar de júbilo… Es genial. Esta medalla lo merece.

Usted cambió la natación por el remo. Visto el resultado, no se arrepiente.

Para nada. El domingo cuando gané pensé: "Todo el esfuerzo que he hecho, ha merecido la pena". Empecé a los diez años y en septiembre abordaré mi octava temporada. Hacía natación, pero mi hermano Pablo se cambió de deporte y decidí probar con él. Me enganchó. Pese a las condiciones del río, que no son las optimas, me quedé. Y no me arrepiento. Poco a poco fui consiguiendo resultados y, al final, el sueño de conquistar un Mundial ya es real.

¿Recuerda su primera regata?

Tenía 11 años. Fue una Copa Primavera en Asturias. No recuerdo mucho la competición, pero sí que me lo pasé muy bien en el viaje. Cuando eres joven… A partir de ahí, el camino ha sido muy bonito. He participado con la selección en dos regatas en Turín, varios Abiertos de remo, y dos Mundiales –el año pasado fui séptima en doble scull–. Me falta el Europeo.

Tras la final del domingo, las redes sociales se llenaron de mensajes de felicitación. Era el primer oro femenino en la historia del remo nacional en un Mundial júnior. Ninguna mujer había llegado a esta cota deportiva.

La verdad es que emociona mucho. Estoy soñando con los ojos abiertos. España sí que tenía una medalla de oro en cuatro sin masculino júnior, pero en femenino no había: ni en Mundial juvenil, ni sub 23, nunca. Estoy muy satisfecha. Mi objetivo a largo plazo era un podio en esta competición; lo tenía planteado para el próximo año. Y en Lituania solo dibujaba el oro en sueños. Y lograrlo ahora… Una vez que estás allí, y que ves cómo se desarrolla la competición, piensas que sí que es posible. Y me asusté. Pero luego, ¡uf!, es increíble.

Ahora, a por los Juegos Olímpicos de Tokio...

Con este primer puesto he clasificado la embarcación para los Juegos Olímpicos de la Juventud en Buenos Aires en 2018. Pero los otros Juegos, los de Tokio, aún están lejos. Hay que trabajar muchísimo y seré aún joven, con 20 años. Pero soñar es gratis.

Tiene mucho mérito triunfar en una ciudad de interior, con un río seco y sin lámina para poder entrenar. Todavía toma más valor el éxito conseguido.

Sí. Y sobre todo si lo comparas con Sevilla, que es donde he estado entrenando el último mes y medio. Tenía ocho kilómetros en línea recta para remar y aquí, cada kilómetro, tengo que dar la vuelta. Y las pruebas de competición son de dos kilómetros. Es una pena cómo está nuestro río Ebro. Merecería que lo cuidaran un poco más. Para los ciudadanos y para los deportistas.

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