En la cima del reino de hielo

Pauner relata desde la capital del Alaska la odisea que supuso la conquista del Denali.

El himalayista ondea la bandera de Aragón en lo alto del Denali, el pasado viernes.
En la cima del reino de hielo
carlospauner.com

En la cima del Denali, a 6.194 metros, se dibuja un reino de hielo. Un horizonte que aparece infinito con gigantescos glaciares descendiendo de sus faldas. Hace frío en este coloso que domina las tierras montañosas de Alaska cercanas al círculo polar ártico. Casi 40 grados bajo cero. Y el cielo azul se funde con el blanco "conformando un paisaje de gran belleza", describe Carlos Pauner. El himalayista pierde la vista entre las níveas cumbres que integran el majestuoso parque nacional, y eleva la bandera de Aragón: "Reto conseguido, una muesca más en el proyecto". El pasado viernes, el jacetano coronaba la montaña más alta de Estados Unidos y América del Norte, antaño conocida como McKinley. Un exigente reto que el deportista de Montañeros de Aragón cerró con éxito tras doce días de travesía, sumando la quinta cumbre a su empresa más ambiciosa, ‘7 cimas’, con la que aspira a convertirse en el primer aragonés en subir los siete picos más altos de cada continente (se diferencia el norte y el sur de América, y se incluye la Antártida).

"La experiencia ha sido muy dura, agotadora. Éramos la primera expedición de la temporada en subir y hemos tenido que trabajar mucho para poder abrir camino hasta arriba", contaba ayer Pauner desde Anchorage, en el centro-sur de Alaska, donde descansaba acompañado del veterano montañero zaragozano Ángel Martín-Sonseca, que se unió al viaje aunque no pudo completar la hazaña. "Hizo el esfuerzo los primeros días, pero no pudo seguir", reconocía el jaqués. Ambos regresan mañana a Zaragoza.

Tras el Elbrus (5.642 metros) en Europa, Aconcagua (6.962 m) en América del Sur, Kilimanjaro (5.895) en África, y la pirámide de Carstensz (4.884) en Oceanía, Carlos Pauner activaba el pasado 28 de abril su quinta salida a las alturas. Después de aterrizar en Seattle (Estados Unidos) vía Ámsterdam, los montañeros cogieron un avión para recalar en Anchorage, donde se encontraron con los argentinos Pablo Pilota –con el que Pauner formó equipo en el Elbrus, Aconcagua y Carstensz–, Daniel Rearte y Diego de Angelis. Allí coincidieron con el escalador aragonés Manu Córdova y los navarros Iker Madoz y Edu González. Una avioneta con esquís dejó a los protagonistas en la pequeña Talkeetna, desde donde iniciaron una travesía de cinco días por el glaciar para llegar al campo base.

"La logística ha sido distinta a otras expediciones, ya que para la aproximación al campo base no teníamos porteadores. Así que fuimos esquiando por el glaciar, kilómetros y kilómetros tirando de los trineos y con pesos de hasta cincuenta kilos cada uno. Desde que comenzamos la travesía fuimos autónomos: había que montar el campo, levantar un muro de hielo para cortar el viento, poner las tiendas, abrir agujeros en el hielo para coger agua para hervir... Así durante doce días", narraba Carlos Pauner.

El ascenso ha sido "rápido", pese a los inclementes factores de la latitud, altitud y climatología, se añadía el desnivel de casi 4.000 metros entre su base y la cumbre.La cordada fue equipando los distintos campos de altura: C2 (2.900 m), C3 (3.350 m), C4 o Medical Camp (4.330 m), donde descansaron el pasado miércoles (jueves en España), para alcanzar al día siguiente el C5 (5.240 metros) y encarar la arista cuyo trazado dirige a la cima. A las 20.09 hora de Alaska (6.09 en la Península) se recibía la geolocalización de Pauner en lo más alto del Denali.

"Fue un día precioso, despejado y con luz permanente. Duro, por el esfuerzo, y doloroso. Tuvimos un problema subiendo, una caída. Uno de los argentinos se desniveló y me arrastró con la cuerda. Caí 50 metros y me golpeé el pie derecho. Se me hizo una ampolla y empezó a sangrar: Pero, pasado el susto, seguimos", relata Pauner, que holló el Denali junto con Pilota y De Angelis. Por delante, Córdova y los alpinistas navarros también se fotografiaban en el gigante blanco. "Lo que más me llamó la atención es lo impresionante que es todo, la cantidad de montes, un sinfín de glaciares... Es maravilloso", contaba Carlos Pauner, quien reconocía sentirse "muy fatigado". "Han sido doce días muy intensos, casi sin dormir y sin comer. Pero el esfuerzo ha merecido la pena. Volvemos muy contentos y orgullosos de haber conquistado otra cima para Aragón", se despedía el alpinista, que a final de año se enfrentará al Monte Vinson (4.897 metros) en el continente Antártico, con lo que únicamente le quedará como punto final la ascensión sin oxígeno al Everest (8.848), mole que abrazó hace cuatro años pero con aire embotellado, para culminar los 14 ochomiles del planeta.

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