La Semana Santa no ha pillado en el Bajo Aragón a una de las hijas más ilustres del Bajo Aragón, como es la caspolina Irene Burillo.

Me coge en Cagliari...

En Cerdeña.

Eso es. En el Torneo ITF de Cagliari, intentando abrirme camino para la WTA.

Desde Caspe hasta lo más de lo más en el tenis... Irene: esta historia hay que contarla.

Soy de Caspe. Y allí comencé a hacer deporte. Mi padre también es deportista.

Ya lo creo. Carlos Burillo, defensa duro como el pedernal del Aragón y del añorado Endesa. Menudo tándem de zurdos con Pablo Alfaro en el Zaragoza juvenil...

Iba a verle con mi madre, Yolanda, y con mi abuela Pili. Mi padre me ha educado en el deporte, en la superación. En Caspe está el club Meridiano Cero. Es un club pequeñito, con una piscina y tres pistas de tenis. Yo iba al colegio de Santa Ana y comencé a jugar.

¿Cuándo se dio cuenta de que valía para el tenis?

Jugaba por diversión, pero algunas veces comenzaba a ganarle a mi hermano mellizo, Carlos.

Pues Carlos no es manco: delantero de los buenos en las selecciones aragonesas de fútbol. La historia es semejante a la de Conchita Martínez: se dio cuenta de su valía cuando comenzó a ganarle a los chicos de Monzón...

Cuando yo tenía 10 años, hicieron un torneo en el club Meridiano Cero, y Jesús Colás, técnico de la Federación Aragonesa, me vio pelotear. Le gusté y les preguntó a mis padres sobre la posibilidad de bajar tres días a la semana desde Caspe a Zaragoza para entrenar.

Allí comenzó un trajín de 200 kilómetros al día, tres días a la semana… Años y años.

Nunca tendré las palabras suficientes para agradecer el esfuerzo de mis padres, de mi familia. Si no hubiera sido por ellos, mi carrera en el tenis no se habría podido desarrollar. Recuerdo que los lunes me bajaba mi padre, Carlos; los miércoles, mi madre, Yolanda; y los viernes mi abuelo Joaquín.

Hay quien no entiende todo este esfuerzo…

No me arrepiento de pasar horas y horas en la carretera, de llegar a Caspe casi a medianoche, de tener que levantarme a las seis de la mañana para hacer los deberes que no podía hacer el día de antes.

Irene, qué cosas tan bonitas está diciendo para los auténticos amantes del deporte…

El respaldo familiar fue vital. Y el apoyo de firmas como Mediterráneo Recicling y Lujo 2010. También, entrenadores de la federación, como Jesús Colás, Alejandro Aranda y David Pérez. Y también Jesús Rosés, del Stadium Casablanca, club por el que firmé.

Su trayectoria es poco común: lo ha ganado todo en Aragón.

Fui campeona de Aragón alevín, infantil, cadete y júnior.

Y el pelotazo: campeona de Aragón absoluta con solo 15 años.

Estaba madurando. Me encontraba cada vez mejor. En edad júnior, bajé a vivir a Zaragoza. Y gané el Campeonato de España sub 15 ante Marta García Gausí.

Y llegó la internacionalidad…

Fue en la National Cup, contra Brasil y Croacia. También, el título ITF de Oporto, uno de los más importantes de Europa sub 18. Había que dar más pasos adelante, y me marché a Valencia a la academia de Pancho Alvariño.

Y la niña de Caspe ya casi ha dado la vuelta al mundo…

He jugado en Marruecos, Túnez, Turquía, Portugal, Italia, Alemania, Suiza…

¿Las lesiones le han respetado?

Afortunadamente. Mi hermano tuvo menos suerte, y se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla y el menisco estando jugando en División de Honor Juvenil.

Las grandes marcas del tenis ya pujan por usted…

Visto Adidas y la raqueta es Prince. Solo puedo agradecer la confianza que han depositado en mí.

Caspe se encuentra a 100 kilómetros de Zaragoza. Aragón es un territorio invertebrado, pero usted ha demostrado que con esfuerzo todo se puede conseguir.

No me arrepiento del camino que emprendí. La victoria verdadera reside en entregarse al máximo.